Page 49 - Yo quiero ser como ellos
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discurso de orden o la literatura médica. Se necesita ser bien
ocioso para dedicarse al análisis de cuanto tipo de texto cae en sus
manos, desde géneros literarios propiamente dicho hasta formas
de escritura sin género posible, verbigracia, el libro de cocina, el
himno oficial de cuanta institución existe o la oración fúnebre.
El poeta Pedro Luís Hernández escribió: “Te conozco,
pan viejo, porque amasé tu trigo”. Lo mismo puede decirse del
conocimiento de Aníbal Nazoa de las más insólitas formas de
escritura. Con espejuelos del país de los ciegos(así se llamó una de sus
columnas) y con la mayor seriedad del mundo, se dedica a penetrar
en lo que los académicos no vacilarían en calificar de literatura menor,
marginal, bastarda y efímera. Su crónica sobre “El Prólogo” resulta
tan exquisitamente demoledora que la vergüenza nos embargaba
mientras escribíamos, precisamente, un prólogo sobre sus obras.
En Las artes y los oficios, el autor sigue el mismo procedimiento
de sus Obras incompletas, sólo que varía su objeto de estudio. Aquí
se aparta de la lingüística y la lexicografía propias de cada forma de
su literatura, utilitaria o no, para penetrar en el mundo de las artes
y oficios de los que ningún investigador serio se ocupa. Desde el
oficio de buhonero hasta el de Presidente, pocas formas de ganarse la
vida o perturbársela a los otros escapan de la visión sarcástica y la
magistral expresión humorística de Aníbal Nazoa. No por casualidad
su hermano Aquiles lo considera el mejor prosista de su generación.
La afirmación del poeta de las cosas más sencillas, Aquiles Nazoa,
puede parecer interesada, consanguínea y subjetiva, sólo que, además
de eso, la misma se ajusta rigurosamente a la verdad.
Aquel Aníbal que en sus Obras incompletas dedicó horas y
sueños al estudio de lo que los académicos venezolanos denominan
con desdén “literatura subalterna”, en Las artes y los oficios vuelve
su curiosa mirada a oficios que sólo él considera oficios, como los
de cuidadores de carro, el de abstemio, el apostador, el viajado o el
antisocial, con sus respectivas características y modus operandi. Cada
uno de los oficios que desfilan por su libro, tiene su correspondiente
arte o son, en sí mismos, una forma de arte. No todo el mundo
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