Page 48 - Yo quiero ser como ellos
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una deuda con el escritor: o b) que Aníbal Nazoa vino a llenar un
vacío bibliográfico, por no decir epistemológico.
Bajo su lupa, o mejor, su óptica, desfilan profesiones
u oficios, vaya usted a saber, como las de abogado, mecánico,
cuidador de carro, drogadicto, pintor, antisocial, vampiro, chofer,
diplomático, barbero, cobrador, servicio de adentro, presidente,
ingeniero, boxeador, astronauta, buhonero, oculista, torero y
filántropo.
Esta obra de Aníbal Nazoa provoca la risa en varias
dimensiones. Una en tiempo real, cuando usted está leyendo y ríe
de la seriedad que le pone el autor a la descripción de su personaje
y su oficio, a la par de la gracia que provoca el manejo del lenguaje,
sus giros o invenciones. Una risa retrospectiva, al recordar
experiencias o malos ratos que ha pasado con cualquiera de esos
profesionales. Una risa residual o a futuro porque Aníbal le está
dando elementos para jugarle una broma o vengarse de su amigo
abogado, mecánico, torero o filántropo. Un analista serio diría que
se trata de un humor multidimensional o una mamadera de gallo
transversal y polisémica.
Cada una de las artes u oficios de los que trata su libro,
Aníbal Nazoa lo desarma como quien saca todas las piezas
de un mecanismo de relojería, las explica una por una, para
luego detallar su función en el conjunto. ¿Vale la pena todo ese
esfuerzo intelectual? Por supuesto que sí, tanto como la invención
de juguetes, la creación de cuentos y poesías, la redacción de
telenovelas, los espectáculos de lucha libre, las carreras de caballo
o el mundial de fútbol.
Hay dos vertientes del humor en cada uno de los textos
analizados. De un lado, el que despliega Aníbal Nazoa al teorizar
sobre cada forma de escritura y al parodiar su léxico y sintaxis
particulares. Y del otro, el humorismo que construye el lector al
imaginar al escritor estudiando minuciosamente las características
y recursos de las cartas abiertas, los prólogos, el horóscopo, el
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