Page 46 - Yo quiero ser como ellos
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Más arduo, para el cronista, era su columna “Puerta de
Caracas” por su periodicidad diaria. Lo de “arduo” es una
suposición nuestra, para el escritor seguramente era una nota.
Cada día, Aníbal traía un tema, un problema o una simple
reflexión sobre su ciudad, esa Caracas que lo vio nacer y crecer
en la parroquia San Juan, por la plaza Capuchinos, entrando a
El Guarataro, viejo barrio de la vieja urbe.
Aníbal era un señor lleno de libros, con muchos libros
en la cabeza, sin que éstos lo desquiciaran como le ocurrió al
ingenioso hidalgo de La Mancha. Si en algún pasaje de un texto
notaba que se estaba poniendo muy magistral o enjundioso,
con el habla popular retornaba a la cotidianidad, provocando
además el efecto humorístico producto del choque y contraste
entre lo conceptual y lo cotidiano; lo filosófico y lo refranero.
Tratar con profundidad las cosas más sencillas y con
sencillez las más complejas, le permitían un fino manejo de
la ironía para desnudar y denunciar la realidad, rasgar las
máscaras del poder que diría Luis Britto García y colocar frente
a un implacable espejo a la alta sociedad. Lo falso, lo artificial,
las poses, las modas y las echonerías quedan al desnudo bajo
la mirada de Aníbal, en el texto de sus ensayos, artículos y
crónicas.
En su Obras incompletas se perfila y presenta el maestro
de la parodia, la imitación y, dicho popularmente, el remedo.
Las formas de lenguaje, el estilo, los recursos, muletillas y
estereotipos de cada tipo de escritura son desplegados en estas
páginas con gracia y maestría. El autor primero ofrece una
exposición teórica y risible de lo que es un prólogo o una receta
médica, sus características y exigencias, para luego ofrecer un
modelo de cada una de esas formas de escribir.
El prólogo, la novela rosa, el cuento policial, la obrita
para títeres, el editorial, el relato de ciencia-ficción, la
Traducción, el cuento infantil, la carátula del disco, la pieza de
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