Page 155 - Yo quiero ser como ellos
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Cuán fácil me sería acudir al arsenal de los lugares comunes
            de ocasiones como ésta –“el vacío que deja”, “pérdida irreparable”-
            pero no voy a reprobar este examen final con el maestro que tanto
            fustigó, en la cátedra y en las redacciones, el lugarcomunismo y
            la peste de las frases hechas. Ya me lo imagino deteniéndome:
            “Por favor, Earle”. Y me detengo. Ni oración ni elegía. Una crónica
            sencilla para el maestro que me enseñó los secretos de un género
            difícil y sencillo. Con él aprendí a conocer –y quise habitar- la
            transparencia.

                 Por supuesto que he recibido un golpe vallejeano. Federico
            Álvarez tiene mucho que ver con los últimos 23 años de mi vida,
            como decir la mitad del vital camino transitado. Durante dos años
            fue  mi  profesor  en  las  cátedras  de  Periodismo  Interpretativo  y
            de Opinión. También lo fue de Asalia, mi esposa. A ambos nos
            abrió las puertas de la docencia universitaria, cuando asumió la
            dirección de la Escuela de Comunicación Social de la UCV. En
            verdad, yo era un joven reportero de la sección económica de El
            Universal que no me veía frente a un salón de clases. Él me dijo:
            “hace varios años, yo tampoco me veía”. Era el año 1976.

                 Puso en mis manos el tremendo compromiso de dictar la
            asignatura que él dictaba: Periodismo Interpretativo, cuyos estudios
            inaugurara  en  Venezuela.  Esa  demostración  de  confianza  no  se
            olvida nunca. Pero hay otras huellas de su saber y docencia que me
            marcan: fue el tutor de mi tesis de grado, la cual defendí ante los
            doctores Arturo Cardozo y José Herrera Oropeza. Aprobada ésta,
            a la semana el profesor Federico Álvarez me dio esta noticia: “Lleve
            tu tesis a la División de Publicaciones de la Facultad y dentro de seis
            meses estará editada”. Gracias a su generosidad y a sus diligencias
            salió a la luz mi primer libro.


                      El tutor que me guió en la tesis, el maestro que me entregó
            el relevo de su cátedra, me convertía ahora en autor de obra
            publicada. ¿Cómo creen que me puedo sentir en esta hora de su
            ausencia? Lo quise como profesor y lo admiré como periodista. Su
            huella indeleble está en mis libros y en mis letras; en mis crónicas



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