Page 153 - Yo quiero ser como ellos
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mientras lo superficial y frívolo se magnifica con un envoltorio de
            trascendencia. 

                      La información contemporánea generó polémicas en los
            días de su aparición. En tiempos de arduos debates ideológicos,
            escuché a un viejo periodista y profesor de Derecho decir que el
            periodismo interpretativo era un invento de los comunistas. Desde
            la Cuba de Fidel, un catedrático escribió que se trataba de una treta 
            imperialista. Con serena sonrisa el profesor Álvarez recibía estos
            dardos de lado y lado. Su libro era el producto de años de reflexión,
            de su largo ejercicio en la docencia y de la relación y discusión
            académica y profesional con sus alumnos en el salón de clase y con
            sus colegas en los foros y conferencias que el gremio organizaba.
            Eran tiempos de apasionados y fecundos debates.


                       De allí la originalidad –y yo diría, el atractivo- de un
            libro en el que se enseña y dicta cátedra y, al mismo tiempo,
            no se elude la polémica. El docente está en cada página, pero
            también el combativo periodista y columnista reconocido por
            amigos y adversarios políticos como una de las más profundas e
            incisivas plumas del siglo XX. Cuando Federico Álvarez escribió
            La información contemporánea, todavía el llamado “escepticismo
            postmoderno” no le servía de excusa y cobijo a algunos espíritus
            para barnizar sus posiciones con una pretendida neutralidad, ni
            tampoco se había decretado, así como así, el “fin de la historia y
            de las ideologías”.  Le tocó escribir en días de confrontaciones y
            no evadió el compromiso con su tiempo. El tono “crítico y hasta
            peleador” de su libro lo advirtió desde las primeras líneas.
                  
                      Por el año 1976, el profesor Federico Álvarez me citó una
            mañana a su oficina. Había asumido él la Dirección de la Escuela de
            Comunicación Social de la UCV y los compromisos que le cayeron
            encima le impedían dictar los cursos de Periodismo Interpretativo,
            de Opinión y el seminario de Información Económica. Me dijo
            tranquilamente: “He pensado, don Earle, que usted puede ayudarme
            y dictar este semestre Periodismo Interpretativo”.  ¿Ayudarlo  yo
            a usted? Me pareció un chiste en quien la apariencia nada tenía



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