Page 149 - Yo quiero ser como ellos
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semanas. Y su vida, que es una vida de lucha y luces, en la historia
            contemporánea de Venezuela. Al cerrar los ojos a los 91 años
            Kotepa seguía soñando con la patria buena y todavía no alcanzaba
            lo que soñaba aquel joven que por 1928 desafió a la dictadura. Y lo
            hacía cuando tantos jóvenes y no tan jóvenes de hoy han arriado
            sueños y banderas.


                 Kotepa  para los  seudodemócratas, era  un mal ejemplo,
            y para los tránsfugas, esos que racionalizan su plato de lentejas
            con la palabrita “modernización”, para estos, era una afrenta. El
            no pretendía ser lo uno ni lo otro, sino un luchador consecuente
            con sus ideales, como lo fue hasta el segundo final de su casi un
            siglo de existencia. El sugerente nombre de su columna “Escribe que
            algo queda”, que cito con orgullo en mi libro sobre el periodismo de
            opinión, siempre me pareció bellamente irónico para quien con su
            escritura nos dejó tanto y mucho.

                 Conocí  a  Kotepa  una  noche  en  la  casa  de  Aníbal  y  María
            Lucía Nazoa y para mí ese fue un día privilegiado. En mis clases de
            Periodismo Humorístico, en la UCV, siempre Kotepa estuvo presente.
            Y era inevitable porque desde “Fantoches” (con Leoncio Martínez) su
            nombre está ligado a casi todas las publicaciones que llenan la historia
            del periodismo de humor en Venezuela. Y eso era lo que yo quería,
            que mis alumnos aprendieran a ver el mundo por su noble Periscopio.
            Con amor, con humor, con inteligencia y con grandeza.

                 Puede Kotepa –y de seguro así fue- hacer suya letra a letra la
            frase del escritor antinazistaJuliusFucik: “Hemos vivido para la alegría;
            por la alegría hemos ido al combate y por la alegría morimos. Que la
            tristeza no sea unida nunca a nuestro nombre”.

                 PS: No hay “PS”. Kotepa Delgado observa y no nos quiere
            tristes.



                              El Nacional, 11-08-1998




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