Page 147 - Yo quiero ser como ellos
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La industria cultural que se lucraba con los disco del
cantante, le cerró las puertas al cineasta, uno de los mejores de su
país y de la América mestiza que, en el decir de Darío, aun cree
en Jesucristo y aun habla en español. Pero esa esencia profunda
de Leonardo Favio no descendió con su muerte al sepulcro. Por
el contrario, brotó como las lilas de Eliot de la tierra muerta, no
importa ahora si abril es el mes más cruel o si lo es este noviembre
que nos quiso arrebatar –y no pudo- la poesía de Leonardo Favio.
Militante del peronismo, los milicos fachos lo ficharon
como uno más de los montoneros. Salió al exilio, cuando el Cono
Sur de nuestra América estaba sembrado de espadas. Los circuitos
empresariales de cine que monopolizan todas las salas de todos
nuestros países vetaron sus películas. Hoy, al leer la nota biográfica
que acompaña la noticia de su muerte, muchos exclaman: “no le
conocía esa faceta de cineasta”. No, no era una faceta, era su esencia
de artista y comunicador, como lo fue en su canto y en su poesía.
Cuando Leonardo Favio cortó una flor, llovía. Y bajo un
aguacero, un día jueves, tuvo el recuerdo de su muerte César
Vallejo. Y llovía este noviembre, cuando nos llegó la noticia de
esta otra estación del cantautor argentino. Justo por estos días,
en los que la presidenta Cristina Fernández enfrenta de nuevo la
arremetida de la derecha fascista, la misma que dejó una estela de
30 mil desaparecidos. Pero las lilas, como la primavera que cantó
Leonardo Favio para Cristina, brotan siempre de la tierra muerta,
que es la tierra viva que los poetas abonan.
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