Page 133 - Yo quiero ser como ellos
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pequeño viaje por mi vida, necesito invocarte”.

                 En la frase anterior está la clave del libro que tenemos en
            nuestras manos: es la historia necesaria de la Venezuela de estos
            tiempos y es, también y a la vez, la historia personal de su autor,
            lo que él llama “este pequeño viaje por mi vida”. Es “un viaje al
            amanecer”, para decirlo con don Mario Briceño Iragorry, porque
            Isaías Rodríguez nos remonta a sus orígenes, a su infancia y a los
            tiempos de sus padres y abuelos; pero también es un viaje hacia la
            noche, hacia los días oscuros, los momentos duros, de soledades
            e insomnios, cuando el fanatismo y la disociación le hicieron
            conocer la agresión y el insulto, y vio cómo se quebraban nexos
            familiares y de amistad, cual una “victoria” cuyo trofeo de odio los
            medios y las élites desplazadas del  poder reclamaban para sí. Con
            toda razón.



                 Los secretos del verbo

                 Isaías Rodríguez se propuso un proyecto intelectual lleno
            de riesgos: escribir  los recientes acontecimientos históricos del
            país y, en forma paralela y simultánea, su historia personal. Digo
            se propuso como el lector que tiene un texto ante sus ojos. Pudiera
            ser también que la escritura se fue dando de esa manera sin que el
            autor lo hubiese preconcebido. El arte de escribir tiene zonas
            que  resultan insospechadas hasta para los mismos autores, que
            salen o aparecen como si las palabras cobraran  autonomía. En
            todo caso, lo admirable es que las dos historias, la personal y la
            del país, fluyen como dos ríos que no se estorban, antes bien, se
            complementan. El escritor que es Isaías logra un equilibrio para
            contar una historia hacia fuera y otra hacia adentro, que se cruzan,
            yuxtaponen e interconectan. Para decirlo con Ortega y Gasset,
            es el hombre y su circunstancia contados por el hombre. Pero esta
            historia trasciende la expresión ortegueana porque no se trata de la
            circunstancia de un hombre, sino de todo un país, de todo un pueblo.

                 Escribir de los abuelos paternos y maternos es remontarnos a



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