Page 138 - Yo quiero ser como ellos
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cultivaba el cuerpo y el espíritu, y desde la epopeya homérica y los
            pies ligeros del pélida Aquiles. De aquellos  tiempos viene la poesía
            épica; de aquellas edades las primeras olimpiadas.  Que los dioses
            sirvan entonces un vino tinto a Gustavo Pereira.

                 El  galardón  es  un  reconocimiento  al  quehacer  poético  y
            así pone a la par  el crear de los poetas con el de los narradores,
            hace rato reconocido con el prestigioso premio de novela “Rómulo
            Gallegos”. El epónimo de la distinción es también de los nuestros:
            el Chino Víctor Valera Mora, el viejo lobo de las banderas y letras
            rojas, de la nocturnidad luminosa, del coloquio en los callejones,
            de la ranchera en su ley, del amor huracanado, del amanecer de
            bala.

                 Para apelar a la imagen de un amigo común que se llamó
            Orlando Araujo y era poeta, he sido compañero de viaje de Gustavo
            Pereira en algunos tramos de su camino vital. Antes, me incluyó en
            una antología de su autoría de “Jóvenes poetas de Anzoátegui, Sucre
            y Nueva Esparta”. Años después compartiríamos sueños y luchas
            en la Asamblea Nacional Constituyente de 1999. Tuve el privilegio
            de tener en mis manos el borrador  que redactó de lo que sería
            el Preámbulo de nuestra Constitución Bolivariana. Nunca se dijo
            tanto, en forma tan poética y brillante, en tan pocas líneas.


                 En la poesía de Gustavo nos ilumina  la belleza del decir
            con la reflexión honda y auténtica. La estética no lo sustrae del
            compromiso existencial, militante como es de la vida en todas
            sus expresiones. Extrañamos todavía la profunda sencillez –otra
            vez Martí- de sus añejos artículos periodísticos. Admiramos al
            investigador y al ensayista, el que se sumergió en las Historias del
            Paraíso y emergió con los papeles reveladores de nuestro Costado
            indio. El poeta de “Oficio de partir”, de “Los cuatro horizontes del
            cielo” y de todos los somaris.

                 Sus letras vienen de lejos, de las edades tempranas Era un
            adolescente cuando tuvo la temeridad de publicar su poemario El
            rumor de la luz. Aquel libro iniciático mereció la atención de un



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