Page 139 - Yo quiero ser como ellos
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escritor mayor, Adriano González León, nuestro célebre novelista
            de País portátil. Y lo hizo en esa catedral de las  letras venezolanas
            que es la Revista Nacional de Cultura.  Muchos años después, como
            diría García Márquez, aquel joven Gustavo Pereira llegaría a ser
            director de la prestigiosa Revista. La opinión de Adriano González
            León sobre sus versos de adolescencia, en palabras de José Balza,
            resultaría profética

                 Desde El Rumor de la luz las letras no se apagaron jamás
            y  el  rumor nunca  languideció,  ni  siquiera  en  los  más  difíciles
            momentos de la década violenta, cuando andaba trotando mundos
            con Argenis Daza Guevara y Víctor Salazar y lo acusaban de ser
            enlace del entonces comandante guerrillero Alfredo Maneiro,
            su amigo entrañable, por lo demás. Si profesión de abogado
            egresado de la Universidad Central de Venezuela pudo servirle
            para subvencionar su letras, pero como dice Balza con un dejo de
            ironía, sus clientes eran tan pobres como su defensor: eran obreros
            despedidos o presos políticos a quienes, más bien,  el abogado
            Pereira tenía que ayudar en no pocas oportunidades.

                 Por el oriente del país mucha gente te habla con cariño y
            admiración del profesor Gustavo Pereira. En efecto, fue catedrático
            de la Universidad de Oriente, casa de estudios que hizo su casa
            y  donde  fundó  el  Instituto  de  Investigaciones  Humanísticas.  Y
            es que Gustavo es incansable e intranquilo, muy lejos del bardo
            contemplativo que nos vende el estereotipo y cierta leyenda
            romántica o cursis, vaya usted a saber. Ejercía simultáneamente su
            profesión de abogado, dictaba clases en la universidad, se hundía
            en las investigaciones históricas y lingüísticas, hacía (hace) el
            mercado con Maureen o solo, militaba en la causa revolucionaria y
            escribía poesía. Esto, que es lo primero, lo puse de último. Y todo,
            escrito en pasado por razones de estilo, póngalo en presente.

                 Entre su magnífica obra poética, destaca su creación de los
            Somaris, una forma de decir, una forma de escribir,  de pensar
            y cantar. Va de anécdota: por los días de la Asamblea Nacional
            Constituyente  de  1999,  comía  con  Gustavo  en  un  restaurant



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