Page 37 - Vida ejemplar de Simón Bolívar
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Santiago Key Ayala
vosotros se corregirán después de paladear una, dos, quién sabe
cuántas veces, el poco agradable plato de la derrota. Habrá también
algunos incorregibles. Yo hablo con los primeros. Y si la buena suerte
sonríe a los segundos, sabed que son grandes los hombres y los
pueblos solo cuando deben el éxito al esfuerzo bien dirigido, antes
que a los caprichos casi siempre versátiles de la fortuna.
Para excusar el estudio, la inteligente humildad que nos lleva
a oír y aprender de quienes tienen algún motivo para saber lo que
ignoramos, se apela a una palabra capciosa: al genio. Tal joven no
necesita del estudio: lo suple con el genio. ¿Para qué estudio? ¡Si es
un genio! Claro que el genio existe. Pero ¡es tan raro! Sonreíd cuando
en un país los genios menudean. Es como si viéseis una dama recar-
gada de diamantes del calibre de huevos de paloma. Sonreíd: son
falsos. Además, el genio suele señalarse por la gran voluntad unida a
la penetración excepcional. El genio estudia, y estudia más porque
comprende más. Hasta ha habido quien niegue al genio como
calidad, y un escritor cuya sentencia todos vosotros habéis oído citar,
lo ha definido: una larga paciencia. No tanto. La mera paciencia no
logra las maravillas del genio. Lo remeda, lo suple en los momentos
normales; pero llega cuando llega por espirales sucesivas adonde el
genio bien preparado y bien dirigido llega de un solo recto vuelo.
Y hay que resignarse. El genio es raro.
Nuestro país ha producido un genio, de los más caracterizados
y de los más cabales. Bolívar es un genio. Su persona, su obra, su
palabra, su vida llevan el sello de la genialidad. No es poca honra para
Venezuela, para la América española, para la cultura latina, haber
producido un genio tan múltiple como Bolívar. Ahora, es necesario
no desfigurar a Bolívar. Porque muchos quieren descargarse de sus
limitaciones y de sus incapacidades con el inmenso genio de Bolívar.
Lo calumnian.
Lo pintan como empírico que se abandonaba a las adivina-
ciones de su genio. Nada más falso. El genio no basta para explicar
los aciertos de Bolívar. La verdad es que Bolívar estuvo preparado
y se preparó cada día para la obra que realizó. Tuvo en su niñez
buenos profesores: los mejores profesores de que disponía la atrasada
Colonia. Tuvo un maestro excepcional en don Simón Rodríguez.
Antes y después de crisis de sentimiento y de juventud, estudió y
aprendió en Europa. La luz de su genio alumbraba los libros que
leía. Y leyó siempre. Por las noches, en su campamento, leía hasta la
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