Page 35 - Vida ejemplar de Simón Bolívar
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Santiago Key Ayala

               No escondió Bolívar los afectos menudos. Fue siempre
            humano. No por ser grande entre grandes, se divorció de la
            ternura. Ternura de hombre fuerte sin delicuescencias, ternura
            del hombre que dictó la proclama de Trujillo. Asoma la ternura
            en sus cartas íntimas y el verbo terrible se impregna de melancolía
            y suavidad. En medio de las mayores preocupaciones públicas,
            tiene tiempo de acordarse de las vidas más modestas que dependen
            de su generosidad y de su bondad. Se preocupa por la educación
            de su sobrino. No olvida en su grandeza a Iturbe ni a Correa,
            a ninguno de sus bienhechores de otra época. Ni a la humilde
            esclava que cuidó de su infancia. Ni al maestro que alumbró su
            camino de Libertador. Es el hombre grande por dentro, tanto
            como lo es por fuera. Es el hombre de las tremendas sentencias.
            Es también el hombre de las delicadas ternuras. La espada que le
            ofrenda el Perú es simbólica de su personalidad. Hoja de acero.
            Empuñadura de oro.





































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