Page 315 - Todo César: Panorama de vida y obra
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314 Selección de ensayos y artículos
en ellos permita recrearlos estéticamente y transformarlos en una cada vez más pasado y abajo la tradición, coreado muy hábilmente por quienes aquí recogen
vigente acción creadora, capaz de trascender de lo nacional a lo universal. Ello las migajas del despojo, se socavan nuestras raíces nacionales y dejan a las gene-
conduciría a poner esos valores propios de una comunidad de cultura nacional raciones y a las que vienen sin la savias nutrices esenciales para conocer, amar y
al servicio de la gran familia humana: del hombre universal. defender lo nuestro. Junto a esos gritos elévanse igualmente aquellos que persi-
En los países dependientes y semidependientes —como el nuestro—, donde guen abrir cimas entre unas y otras generaciones, separando a jóvenes y adul-
sus valores fundamentales han sido subvertidos, la tarea de apoyarse en ellos es tos en porciones irreconciliables y creándose la apariencia de que la lucha de
ardua y plantea un conjunto de interrogantes que dificultan la posibilidad de una los jóvenes debe ser contra lo viejo, de que la lucha es generacional y no contra
creencia absoluta. Los valores de cultura creados por toda comunidad nacional quien, oculto tras doradas bambalinas y banderas corsarias, azuza el enguerri-
tienen hondas vinculaciones con su pasado y con todo cuanto en él se conjuga: llamiento y proclama sus altas mentiras.
hábitos, tradiciones, luchas, etc.; y es precisamente el conjunto de sus tradiciones Pasado, tradición y sólidos contactos generacionales son los factores indispensa-
y con él todo cuanto constituye lo más medular de su creación, lo que tienden a bles para el fortalecimiento de la nacionalidad. Ella se estructura y fortalece a través
socavar las fuerzas exteriores colonizantes, por cuanto adulterada o destruida la de sólidas vinculaciones: las que forman las generaciones entre sí y las que estable-
cultura de la comunidad nacional, queda dicha comunidad sin sus apoyos básicos cen estas con la tierra que las nutre y sobre la cual van haciendo su historia, creando
y prácticamente desasistida intelectual e ideológicamente para defenderse. su comunidad de cultura, desarrollando su carácter y afirmando sus ideales.
En nuestro país, la destrucción de esos valores de cultura se ha venido produ- Preciso, que al indicar el término tradición como valor esencial para todo
ciendo en forma meticulosa y sistemática, desde el mismo momento en que fue pueblo, para toda nación, acojo bajo el término todo aquello que se vincula
intervenida y sojuzgada su economía. Dentro de esa acción se ha puesto sumo útil y favorablemente, en el tiempo, a una comunidad nacional. Tradición no
cuidado en desvincularnos de nuestro pasado, bien ocultándolo a las nuevas es rémora, ni la conservación de normas, costumbres o hábitos contrarios al
generaciones o negándolo a todas, en sus aspectos más resaltantes y creado- progreso. Tradición no es la nigua, la alpargata, el rancho, el analfabetismo. Todo
res, escamoteando la verdad de que todo presente no es a fin de cuentas sino el eso lo quieren conservar precisamente aquellos que, olímpicamente pretenden
producto de un pasado; que todo hombre, toda sociedad, todo pueblo, no son colocarnos contra nuestras auténticas y más válidas tradiciones sobre las cuales
más que consecuencias históricas y nunca fenómenos aislados del tiempo, del se asienta no poco de nuestra fisonomía y carácter nacional.
espacio y de sus propios aconteceres en uno y otro. Intereses enemigos dentro Frente a esa destrucción de valores se hace necesario el esfuerzo para retomar-
y fuera de nuestro territorio son los principales abanderados del antepasado, los, restituirles su justo carácter y crearles las condiciones para que se activen y
como son los propagadores también de la antitradición y propagadores de la puedan cumplir su función esencial en todo cuanto dignifique creación en el
especie de la lucha generacional como contradicción principal en el seno de alto campo del espíritu y toca a todos los venezolanos y –de manera muy espe-
nuestra colectividad. Conocen muy bien esos intereses, en qué medida se puede cial– a sus artistas y entre estos, con mayor razón, a aquellos que trabajan dentro
dominar a un pueblo, destruirlo y colonizarlo, vulnerando y quebrándole los de la dramaturgia, luchar por la defensa y reconstrucción de esos valores, por
vínculos con su pasado e invirtiéndole los valores fundamentales propios y cuanto solo apoyándonos en ellos podremos lograr la creación de un cabal
universales, y sobre los cuales se ha asentado su existencia. teatro nacional, capaz de trascender lo más puro venezolano a lo universal.
Y una y otra acción se han venido cumpliendo en nuestro país con meticulo-
sidad sistemática, mientras los ojos son obnubilados con deslumbrantes orope- 1978
les y fantásticos torbellinos de juegos de artificios. Entre tanto danzamos en
el alegre bazar de deslumbrantes y falsas pedrerías, los nuevos Walter Raleigh
y Drakes entran a saco en las trastiendas, y sonrientes, trasladan a sus talegos
henchidos lo mejor y más sustancioso de nuestra heredad. Al grito de abajo el