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1930. La época de singularísimo esplendor que comenzó
a vivir a partir de aquellos años la radiodifusión venezo-
lana se manifestó especialmente por la alta calidad de sus
locutores. De acuerdo con la ortodoxia profesional de la ra-
diodifusión llamábaseles perifoneadores y también speakers.
Los más notables de aquellos tiempos —y seguramente los
mejores en toda la historia radiofónica del país— fueron
Edgar Anzola, Ricardo Espina, Ernesto D’Escriván y
Edimundo Castés. La primera voz de mujer que se oyó ha-
blar por radio en la ciudad fue la de Carmen Serrano con
sus celebradísimos «Cuentos de la Madrecita», que na-
rraba todas las noches a las siete y que ya se habían popu-
larizado desde los tiempos de AYRE. Y el primer locutor
deportivo especializado fue Esteban Ballesté, cuya voz se
hizo la más popular del país en las transmisiones de los
grandes juegos de beisbol, entre equipos que han pasado
a la historia como el Royal Criollos, el Magallanes, Car-
denales y el Santa Marta. En 1931 comenzaron a trasmi-
tirse por radio las retretas de la plaza Bolívar. A mediados
de 1932 la sensación del día fue para los radioescuchas la
presentación de Max Coll, el niño venezolano que había
hecho carrera como actor en Hollywood. También desde
1931, aprovechando el gran interés despertado en el pú-
blico por la llegada del cine parlante (lo estrenó el teatro
Bolívar en 1930), Radio Caracas instaló sus micrófonos en
las pantallas del teatro Bolívar y del teatro Pimentel para
trasmitir en las noches de estreno las películas habladas.
Así se familiarizó Caracas con las voces de José Bohr,
María Ladrón de Guevara, Luana Alcañiz, José Crespo
y Rosita Moreno, en grandes cintas pioneras del cine so-
noro en castellano como Sombras de gloria, La mujer X,
El proceso de Mary Dugan y La mano del muerto. El mayor
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