Page 303 - Sencillamente Aquiles
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aquiles nazoa
vasos de agua que había que echarle para mantener la re-
cepción en buenas condiciones. El espectáculo más cons-
tante de los domingos en la mañana era el de multitud de
hombres en camisa que amanecían como extraños pájaros
en los tejados de sus casas instalando o mejorando sus an-
tenas. En las casas, a las horas de trasmisión, había que
pisar muy pasito para que al radioescucha no se le fuera la
onda. En las pulperías, en las boticas y hasta en las casas
particulares aparecían constantemente los teléfonos con
la bocina arrancada, robada por alguien que se la había
llevado para hacer un radio.
Los receptores profesionales, equipados con su cor-
neta y fabricados por las casas norteamericanas Strom-
berg Carlson, Fada y Radio Corporation, fueron puestos en
exhi bición en una sala especial que se instaló de Sociedad
a Camejo, y su venta fue sometida a la más cuidadosa vigi-
lancia oficial. No disimulaba el Gobierno sus temores de
que tan eficaces aparatos pudieran ser utilizados para co-
municar al país con los grupos de exiliados que conspiraban
desde el exterior contra el régimen gomecista. Para adqui-
rirlos tenía el aspirante que formular una solicitud escrita
indicando sus datos personales, la clase de aparato que de-
seaba comprar y el lugar exacto donde pensaba instalarlo.
Los sucesos políticos que se desencadenaron en 1928,
con sus prisiones masivas de estudiantes, con sus vastas ba-
tidas de represión contra la ciudadanía y los intelectuales,
con su intensificación de la fiscalía oficial sobre los medios
de publicidad, dieron al cauteloso gobierno de Gómez el
pretexto que hacía tiempo buscaba para proceder a la clau-
sura de AYRE, invocando como motivo la seguridad del
Estado. Caracas no volvió desde entonces a oír una es-
tación local hasta la inauguración de Radio Caracas en
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