Page 308 - Sencillamente Aquiles
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LA PAVA Y LO PAVOSO








            Como en ninguna otra forma del folklore urbano, la espi-
            ritualidad del caraqueño tradicional —mezcla curiosa de
            humor, de sentido mágico de la vida y de una propensión
            natural al buen gusto— tiene su manifestación más típica en
            la idea de la «pava». Con sus sinónimos de mabita y guiña
            y con su terrible derivado pavoso, se define entre nosotros
            como pava a la superstición popular que atribuye a ciertos
            objetos —y principalmente a ciertos objetos de carácter de-
            corativo— la propiedad de atraer la mala sombra sobre el
            infeliz que los posee. Semejante en este aspecto a la alusión
            italiana de la iella, a la yeta argentina y al ñeque de los cu-
            banos, se diferencia nuestra pava criolla de aquellos ilustres
            congéneres en ser el único entre ellos que ha evolucionado del
            plano de lo puramente supersticioso para convertirse en la
            institución crítica por excelencia de que disponemos para
            la valoración de nuestros gustos estéticos. La fina intui-
            ción crítica de los caraqueños cataloga dentro del género
            pava —y le atribuye según su peligrosidad su correspon-
            diente lugar entre las diversas categorías de lo pavoso— a
            todo lo que es estéticamente mostrenco, a las cosas fabri-
            cadas con una finalidad decorativa y que fracasaron en su
            aspiración de belleza, a cuanto en el mundo resulta in-
            necesariamente feo. Otras veces es a la inarmonía entre
            la cosa y el uso indebido que se hace de ella —tal como
            usar una vela para calentar el café, o emplear una brocha

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