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sencillamente aquiles
El alumbrado eléctrico de las calles de Caracas se
inau guró el 8 de agosto de 1897, con la iluminación de la
avenida Este, o sea, desde La Torre hasta la esquina de
Cervecería. Los únicos antecedentes que conocía la ciudad
en este tipo de iluminación habían sido el realizado por
Vicente Marcano el 28 de octubre de 1873, con motivo
del onomástico del Libertador; el que se hizo al año si-
guiente en la plaza Bolívar con una planta instalada y ma-
nipulada por el doctor Adolfo Ernst; y el que tuvo lugar en
el Teatro Municipal la noche del 27 de octubre de 1884,
para una función en la que se representó la ópera Fausto.
Otro hecho sorprendente, que abona para Venezuela
su condición de país precursor de la iluminación eléctrica
en el mundo, es que ya en 1888, como nos lo informa tam-
bién Juan Rohl, «había sido inaugurado en Valencia el
alumbrado eléctrico, con la circunstancia especial de haber
sido la primera ciudad sudamericana que tuvo el orgullo
de utilizarlo».
Por los tiempos en que se encendieron en Venezuela
las primeras lámparas eléctricas, la electricidad les era ya
familiar a los venezolanos en el telégrafo, que se conocía en
el país desde 1851. Lo habían introducido Luis Baker y
Salomón Humphrey, que le proponían al gobierno de José
Tadeo Monagas «el establecimiento de la comunicación
instantánea por medio de alambres conductores del pen-
samiento, según el sistema de Morse». Ante una concu-
rrencia que se había preparado para el acto como para una
función teatral, hizo su primera demostración el señor
Humphrey el 24 de febrero de aquel año. Con todo el en-
tusiasmo que suscitó entre aquellas importantes personas
la sensacional revelación, se atravesaron tenazmente en las
diligencias subsiguientes de Humphrey y Baker aquellas
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