Page 289 - Sencillamente Aquiles
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aquiles nazoa
tendencia que mejor se avenía con el espíritu de la Revo-
lución de Octubre. Establecido el Soviet en 1917, los rusos
de la Revolución vivían ya en cierto modo en el diná-
mico mundo previsto para el porvenir por aquella escuela.
Y sin contar con que en el seno de su propia tradición
nacional poseían ya en la música salvaje de Stravinski una
especie de futurismo al natural. Cuando el futurismo apa-
reció en escuela y como programa, ya estaban los rusos
ampliamente familiarizados con su lenguaje áspero, vi-
brante y colectivista, de grandes insurrectos de la poesía
como Alexander Bloch o el genial Maiakovski.
Se explica el fervor con que las más altas inteligen-
cias de aquel tiempo fueron crecientemente suscribiendo
el futurismo, por el llamamiento —muy estruendoso, pero
bien razonado— que ardientemente les planteaba a los ar-
tistas a despertar al inmenso mundo de posibilidades in-
sólitas que le prometía el siglo XX a la creación artística,
en tan típicas de sus manifestaciones como la mecánica
y la tecnología.
Sabed —decía en 1909 el primer Manifiesto del Futu-
rismo— que el esplendor del mundo se ha enriquecido
con una belleza nueva: la belleza de la velocidad… Un
automóvil rugiente, que parece correr sobre la metralla,
es más bello que la Victoria de Samotracia… Canta-
remos las grandes multitudes agitadas por el trabajo, la
vibración nocturna de los arsenales bajo sus violentas
lunas eléctricas.
Enfrentados con la evidencia de que a nuevos modos
de vivir el hombre debían corresponder nuevas maneras de
expresión en el arte, proclamaron la renuncia total al pasado;
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