Page 290 - Sencillamente Aquiles
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sencillamente aquiles


            y no solamente pusieron en discusión la validez de formas
            de arte tenidas tradicionalmente como inmortales y como
            indemnes al tiempo —lo mismo la pintura renacentista
            que la música de Mozart y Beethoven—, sino adoptaron
            como consigna de sus propósitos revolucionarios la famosa
            conminación de Marinetti, todavía por entonces escanda-
            losísima, de: «¡incendiemos los museos y las bibliotecas!».
                Descontados sus juveniles desbordamientos de gusto
            por el escándalo y de pueril exhibicionismo, por el carácter
            profético de sus actitudes y realizaciones, vinieron a ser los
            futuristas, en el campo del arte, lo que en el de la tecno-
            logía había representado antes un Julio Verne. Con sus au-
            dacias literarias, con sus fantásticas invenciones poéticas en
            que los personajes son máquinas o absurdos robots, prepa-
            raron a la sensibilidad contemporánea para admitir como
            arte y vibrar con él, cosa tan ajena a la ortodoxia o a la
            tradición como aquella tan famosa composición orquestal
            —Pacific 231— en que Arthur Honegger imita con la or-
            questa todos los movimientos sonoros de una locomotora,
            desde el instante en que va a ponerse en marcha, hasta
            alcanzar el máximo desarrollo de su velocidad.
                En busca de alguna fórmula para traducir a sonidos
            artísticamente organizados los ruidos de nuestro tiempo,
            se parecía un poco la música de los futuristas en su pri-
            mera época a la que entre los románticos fue la música
            de programa o música descriptiva, un arte que como en
            la Sinfonía Pastorale de Beethoven, tendía a la imitación
            de los sonidos de aquellas cosas, seres y situaciones que
            solicitaban el interés o la emoción del artista. Desde los
            tiempos del impresionismo musical encarnado en la fi-
            gura de Debussy, los compositores venían intentando mé-
            todos de comunicar mediante la música su sensación de

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