Page 280 - Sencillamente Aquiles
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UN POQUITO DE MÚSICA








            Son tan cambiantes los acentos de la música venezolana,
            tan varias sus manifestaciones instrumentales, tan nume-
            rosas sus aplicaciones a la danza o al canto como los signos
            mismos de nuestra diversísima geografía. Como muy pocos
            países del orbe hispánico, atesora la cultura venezolana un
            acervo sonoro que enumera —y conserva vigorosamente ac-
            tivas— todas las formas en que el hombre ha desarrollado,
            en el decurso de la civilización, su sentido de la música.
                Comparable en significación a la escuela de pintura que
            floreció por los mismos tiempos en el Potosí de Melchor
            Pérez Holguín, surgió en Caracas a finales del siglo XVIII
            una escuela de música culta cuya magnificencia y fecun-
            didad en grandes manifestaciones y maestros no ha sido aún
            igualada en nuestra América. Teresa Carreño, en el siglo pa-
            sado la más grande figura de la pianística mundial después
            de Liszt, y Alirio Díaz, el mayor guitarrista de los tiempos
            actuales junto a su maestro Segovia, son las dos figuras más
            renombradas en quienes se continuó la tradición que sentó
            aquella escuela que arrulló con música de Haydn y Mozart
            a la juventud de la primera generación republicana.
                Una réplica espiritual del mapa físico de Venezuela
            se podría lograr en términos sonoros, si pudieran ensam-
            blarse como las piezas de un mosaico las maneras en que
            cada una de las regiones del país manifiesta su gusto por el
            canto y el baile. La actividad de especialistas en los estudios

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