Page 277 - Sencillamente Aquiles
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aquiles nazoa
destrucción, a hachazos, de uno o más pianos. Para esa fi-
nalidad se ponen a disposición de los participantes pianos
de diversos modelos y fabricados en distintas calidades de
madera. Los concursantes se organizan por equipos. Casi
siempre los equipos se integran con jóvenes de distintas
nacionalidades, a fin de fomentar así la fraternidad inter-
nacional entre los destructores profesionales de pianos.
En la prueba que tuvo lugar el 18 de octubre de 1965, los
estudiantes de Meadway batieron el récord mundial al
dejar tras de ellos, totalmente destruido a hachazos, un
piano de cola, de conciertos, en exactamente tres minutos
y once segundos. Los fragmentos a que fue reducido el
piano quedaron en capacidad de pasar, como lo demostró
el juez del torneo, por un anillo de treinta centímetros.
Esta forma brutal, estúpidamente inútil y degradante de
consumir sus energías la juventud, en esas circunstancias
se llama deporte. Pero si el joven aplica esas mismas ap-
titudes a una finalidad noble y de interés social, entonces
oficialmente ya eso no se llama deporte sino violencia. No
se concibe una imagen más atroz de la violencia, porque es
violencia elemental, que el frenesí de un grupo de jóvenes
afanados en la tarea de destruir un piano a hachazos. Pero
lo que decide a la luz de nuestros intereses la calificación
de estas prácticas no es su espectacular desbordamiento
de instintos primarios en acción; es el grado de partici-
pación que en ellos pueda tener algún tipo de conciencia.
Violentos llamamos a estos hechos cuando su objetivo no
es un piano sino nuestra estabilidad en la dirigencia del
mundo. Son una constante de todas las épocas de la his-
toria en sus momentos de crisis, estos márgenes de expan-
siones toleradas que se le proporcionan a la juventud en
reemplazo de aquellas que simultáneamente se les coartan.
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