Page 272 - Sencillamente Aquiles
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sencillamente aquiles


            en vida fueron acosados o exterminados pasaron luego
            a embellecer con sus estatuas las plazas de las grandes ciu-
            dades, o a la gloria heroica de los panteones. Pienso por eso
            que ante los conflictos hoy protagonizados por la juventud,
            los de nuestra edad debemos observar una actitud cau-
            telosa, comprensiva en lo más que podamos, solidaria en
            todo lo posible, y en cualquier caso discreta, no sea que
            en vuelta de unos años nos llevemos el gran chasco. Tra-
            temos de comprender las inquietudes de los jóvenes, y
            aunque no les concedamos toda la razón en los motivos de
            su ardiente discrepancia con el mundo que nosotros repre-
            sentamos, concedámosles al menos una cosa: que la imagen
            del mundo que nosotros le oponemos al que ellos proponen,
            está desvirtuada por la insinceridad, por la cobardía a per-
            mitirles que lo vean en toda la autenticidad de su trasunto.
                La  juventud  tiene  que  estar en actitud  discrepante
            constantemente frente al medio a que insurge, porque per-
            manentemente está topándose con un contraste vergon-
            zoso entre lo que le dicen, entre lo que le enseñan, entre lo
            que le exaltan como modo de vida ideal, y lo que en la ex-
            periencia va encontrando a cada paso por los caminos del
            mundo. Es un contraste miserable. Se le dice que vive en
            el mejor de los mundos, en lo que se llama el mundo de la
            libertad, y a la salida a la calle bien puede encontrarse con
            una comisión que lo recluta, o también con otra comisión
            que está cumpliendo una de esas tareas de terrorismo co-
            lectivo llamadas redadas. Se le dice que vive en un mundo
            de libre oportunidad para todos, y al ir a la calle a buscar
            su oportunidad lo que encuentra es el rechazo de los que
            están ya acomodados y nada quieren cederle del pedazo
            de mundo que ocupan. Se le dice que bajo el sistema de-
            mocrático el hombre es feliz, y quizá ya él está destinado

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