Page 270 - Sencillamente Aquiles
P. 270
sencillamente aquiles
beber en presencia de todos los que componían el tribunal
y si la infeliz no daba demostraciones de intoxicarse con
aquel brebaje, se la declaraba inocente; pero si como ocu-
rría normalmente, la pobre caía prácticamente envene-
nada por aquel endemoniado brebaje, presa de pavorosos
dolores en el vientre y vomitando, entonces se tenía por
culpable. Eso era la prueba del cáliz de sospecha.
Nos parece hoy inconcebible que a nadie se le hubiera
podido ocurrir jamás, ni siquiera relacionar la idea de jus-
ticia con semejantes procedimientos de salvajismo, su-
persticiosos y crueles. Y sin embargo, por muchos siglos
constituyeron en Europa la base, por decirlo así, en que
descansó toda la administración de justicia. Aun sus víc-
timas los consideraban inmejorables, y eran acatados como
expresión de la voluntad inapelable de Dios. Cuando in-
surgía contra ellos, en nombre de la razón y el humanita-
rismo, alguno que los consideraba insensatos, criminales y
absurdos, entonces recaían sobre el discrepante los seña-
lamientos de ateo, agente de la subversión contra las insti-
tuciones, enemigo del orden, de la religión y de la familia.
Todo cambia en el mundo, menos al parecer las pala-
bras que se le endilgan por las mentes estacionarias a todo
el que aparece trayéndole a su época alguna idea nueva,
algún motivo de controversia con el pensamiento do-
minante. Quien conozca la causa sonadísima por la que
alcanzó celebridad mundial el gran abogado norteameri-
cano Clarence Darrow, sabe las vicisitud increíbles por las
que debieron pasar, en ese país, antes de conquistar un
modesto lugar en la enseñanza, las ideas modernas rela-
tivas a la biología. Aún hoy, con todo y sus cohetes inter-
planetarios, hay en Estados Unidos muchos lugares donde
la teoría de Darwin acerca de la evolución de las especies
270