Page 268 - Sencillamente Aquiles
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sencillamente aquiles
ni ningún módulo de conducta de aquellos que conforman
la vida de la generación anterior.
Apto como está para mirar con claridad las cosas,
el joven, lo primero que comprueba cuando aparece en el
mundo es que todo aquello que se le enseña por las vías
de la educación, ya sea doméstica o escolástica, está en
escandalosa contradicción con las realidades que él com-
prueba en la vida y en la visión directa del mundo. Su
expe riencia tiende a negar, pues, todo aquello que se le
trata de inculcar en la escuela o en la casa, y primero dis-
crepa entonces del mundo en que viene a inaugurar una
nueva visión de las cosas, después se da cuenta de que hay
resistencia por parte de la generación anterior a dejarle
que él discuta o imponga sus ideas. Y es así como se echa
a la calle en pos de aliados para su causa, como lo hizo
Jesucristo. Las ideas del joven están todavía oscuras, están
aún en formación, y es posible que yerre en sus búsquedas;
pero de ninguna manera puede uno tratar de quitar al
joven del camino de su posible error juvenil, imponién-
dole por su parte un error de los que ya vienen estable-
cidos en la historia. No puede cambiarse un error por otro,
ni puede dársele a la juventud el error que ya traíamos del
pasado para que él lo sustituya con la que cree su verdad y
con ese error como bandera, avance en la historia. A causa
de ese sistema de convertir errores y estupideces en una
especie de enfermedad hereditaria legada de una genera-
ción a otra, a veces se perpetuaron por centurias las más
dañinas aberraciones de la cultura. En la Edad Media re-
mota, el sistema de enjuiciar, castigar y aplicar justicia
entre los hombres era de los más salvajes que uno pueda
imaginarse, y aquello duró muchos siglos y por muchos si-
glos fue admitido como la única manera posible de hacer
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