Page 269 - Sencillamente Aquiles
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              justicia. Ese es el caso, por ejemplo, de aquel método que
              se llamaba «El juicio de Dios» en los siglos de la Edad
              Media, que consistía en que cuando había duda acerca
              de la culpabilidad de un reo en el tribunal, entonces se le
              hacía sumergir su mano en agua hirviendo y a continua-
              ción se sometía a una observación constante durante días
              el proceso que seguía aquel bárbaro escaldamiento; según
              lo que dibujara aquella ampolla inmensa que se le volvía al
              reo la mano a medida que esta evolucionaba, decidía el juez
              si el indiciado era culpable o no. Eso era lo que llamaban
              «El juicio de Dios».
                  La palabra «sospecha», que define la intuición de la
              verdad, dio nombre a otro de los espantables procedi-
              mientos empleados en aquellos tiempos para establecer la
              culpabilidad de ciertos reos. Sospecha viene de suspectum,
              que es latín; suspectum, que es un compuesto de sursum, que
              significa ‘arriba’ (recordamos sursum corda, en la primera
              parte de la misa, en que el sacerdote exclama: sursum corda,
              o sea, arriba, corazones), y por otro lado, de spectum, de
              donde viene ‘espejo’, de donde viene ‘espectador’, de donde
              viene ‘especular’, que es también una manera de buscar la
              verdad; en fin, spectum, que es forma de «mirar» —«yo
              miro hacia arriba» es lo que quiere decir la palabra «sos-
              pecha»—, sus y spectum; y bueno, así se nombra ese ex-
              pediente tan curioso y cruel que asistía a los jueces en la
              Edad Media cuando se trataba de enjuiciar a las mujeres
              que estaban incursas en un presunto delito de infidelidad.
              Si la infidelidad no era flagrante, si había dudas acerca de
              la culpabilidad de la mujer en esa circunstancia de acusa-
              ción, entonces se acudía a lo que se llamaba el cáliz de sos-
              pecha. A la acusada le daba el juez a beber una copa, un
              cáliz, que contenía una bebida altamente tóxica; se la hacía

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