Page 267 - Sencillamente Aquiles
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aquiles nazoa


              las mentes avanzadas que proponían el reemplazo del tra-
              bajo manual, de la tracción de sangre o de la navegación
              a vela, por las posibilidades mecánicas del vapor. Aho-
              gadas en su principio, estas ideas, en el seno de los la-
              boratorios, de las academias, de aquellas instituciones, en
              fin, representativas del pensamiento dominante en cada
              época, aquellos sus únicos simpatizantes que como es na-
              tural fueron los jóvenes, hicieron causa común en el pro-
              pósito de imponerlas contra toda oposición de los poderes
              establecidos. Para lo cual las trasladaron a la calle, formu-
              ladas en términos que el pueblo pudiera comprender sus
              ventajas como valores y avance para todos. Así nacieron
              las ideas políticas.
                  Los que fuimos una vez jóvenes y ya no lo somos tanto,
              sabemos que esas tareas de cambio histórico no las puede
              llevar adelante sino la juventud, único estamento de la
              sociedad en quien a la necesidad de un cambio se unen las
              posibilidades de lograrlo, y además los impulsos espontá-
              neos de su propia vocación biológica.
                  La juventud es, por excelencia, la encarnación de las
              energías de que dispone la naturaleza y dispone la historia
              para renovarse. Su misión es en las crisis de estancamiento
              de la civilización, violentar, cambiar mediante la lucha
              aquello que se niega a mudarse, a desplazarse, a ceder de
              buen grado al avance del tiempo. La juventud, por poseer
              agilidad, fuerza, entusiasmo y coraje, es por antonomasia
              la salud de la historia y el nervio vital de la especie. Com-
              parece a la cabeza de todos los conflictos sociales en cada
              época, como un agente de purificación del tiempo. ¿Por
              qué? Porque su visión de juventud no está todavía —no ha
              tenido aún tiempo de estarlo— interceptada por ningún
              prejuicio, ningún convencionalismo, ninguna enseñanza,

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