Page 275 - Sencillamente Aquiles
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aquiles nazoa


                  Nos conturba la falta de apego del joven a sus estu-
              dios, pero, ¿es que tiene nuestro sistema de estudios algo
              que pueda prender en el interés del joven como aliciente a su
              curiosidad, de su imaginación o de su sentimiento? Los es-
              tudios de bachillerato en nuestro tiempo, ¿qué son en Vene-
              zuela? Son un simple juego de preguntas de las que antes se
              hacían en las secciones recreativas de los almanaques, en los
              libritos de adivinanzas. No se estudia nada a fondo, se tra-
              baja simplemente para memorizar unas nociones de ínfima
              calidad que parecen de concurso de radio, y que el joven
              se aprende mecánicamente para responderlas en el examen,
              a donde va por su título. Cuando el joven lucha por inte-
              reses fundamentales de la colectividad, por lo que quiere ser
              como ciudadano, como persona, como hombre de su época,
              ¿qué se dice?: que está perdiendo el tiempo en sus estudios;
              con lo que se quiere decir que está perdiendo un año de los
              que tiene que pasar a toda carrera (por eso se llama carrera)
              para llegar al codiciado título. El título, esto es, el pasaporte
              hacia el éxito, es lo que mandamos a buscar al joven en las
              aulas, y siempre que nos lo traiga al fin del curso, poco im-
              porta que en materia de formación no sea sino una cifra
              más en el numerosísimo gremio de los ignaros titulados.
              Yo creo que más pierde el tiempo un muchacho estudiando
              cosas triviales que no conducen a ninguna parte, que son
              enrevesadas e insuficientes en su exposición, que están mal
              expuestas, y que además son casi todas falsas; creo que se
              pierde más tiempo copiando lugares comunes y caletreán-
              dose nociones anticuadas, que en la calle manifestando
              o mirando simplemente el pasar de los automóviles y la
              gente. Porque al menos ahí hay una lección directa de vida.
                  Entonces, ¿qué va a darnos el joven de sí sino un fiel pro-
              ducto de lo mismo que le hemos dado? Ese desbordarse

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