Page 278 - Sencillamente Aquiles
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sencillamente aquiles
Un famoso historiador de las luchas juveniles, Gre-
gorio Bermann, ha llamado sucedáneos de la libertad
a la multitud de medios que se le facilitan al joven para
que, sin comprometer la estabilidad del sistema, encauce
sus necesidades de acción, sus inclinaciones afectivas, su
vocación de originalidad y alegría, en dirección de una vi-
sión artificiosa, individualista, deshumanizada y cruel del
mundo. El amor, cuando no sofisticado por una cursilería
lacrimosa que se los muestra como un sentimiento ridículo
y despreciable, se les presenta como una pasión elemental,
instintiva, fundamentada en la obscenidad y en la fuerza.
No se les permite a los jóvenes, en la televisión, responder
los pronunciamientos, siempre interesados e injuriosos,
que señalan las manifestaciones estudiantiles como actos
pandillescos. Pero se les halaga con premios para que se
exhi ban ante el público compitiendo a cuál se muestra más
necio o más indigno y vulgar. En las películas, en las dis-
tracciones gráficas llamadas tiras cómicas, se les fomenta la
desestimación a la vida humana, la idea del éxito asociada
a la aptitud para matar. Estos matices del condiciona miento
para la barbarie son los que nos aterran cuando los contem-
plamos reunidos en su consecuencia natural, «la patota»,
sin advertir que se trata de nuestro propio retrato hablado.
La patota, la delincuencia juvenil, los actos de destruc-
ción misma, las irrupciones vandálicas en las fiestas por el
simple gusto de acabarlas, las consumaciones delictivas del
instinto sexual, esas son las formas de la violencia anarqui-
zada que hemos permitido progresar al calor de nuestro
miedo a la violencia política.
Seamos sinceros, queridos amigos, hagamos intervenir
en nuestra visión de las cosas un poco de amor, un poco
también de objetividad dialéctica, y en vez de situarnos ante
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