Page 283 - Sencillamente Aquiles
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aquiles nazoa
En Caracas es tradicional una forma del joropo in-
fluenciada por el ritmo negroide: el «merengue». En ese
género se han señalado, especialmente por sus arreglos para
orquesta de salón, músicos populares de gran fama como
Luis Alfonzo Larrain y Aldemaro Romero, y el compositor
Eduardo Serrano, cuyo merengue «Barlovento» goza de ce-
lebridad no igualada sino por el joropo «Alma llanera», de
Pedro Elías Gutiérrez.
Gran compositor y mandolinista fue el memorable
maestro popular Antonio Carrillo, que conjugó en su arte
las varias corrientes de expresión que confluyen en los valles
del estado Lara. Allí se suavizan los acentos movidos de las
cálidas tierras de Miranda, Aragua, Carabobo y Yara cuy,
y comienzan a sentirse los aires andinos, ya saturados de
esa íntima melancolía que fluye de los bambucos y pasillos
serranos, a medida que la geografía remonta las estriba-
ciones andinas. Está el nombre de Carrillo vinculado a
una de las tradiciones más bellas que adornan el gentilicio
larense: la de las «serenas» que pueblan con trémolos de
estudiantina y lánguidas canciones cantadas a dos y tres
voces, las noches de Barquisimeto. Aquella ciudad cru-
cial de nuestra geografía, cuyos largos atardeceres se ilus-
tran con crepúsculos que sugieren fantásticos e inmensos
vitrales en el horizonte, se señala entre todas las de Ve-
nezuela por la lozanía con que se han conservado en ella
los componentes humanos y espirituales primigenios de
la cultura venezolana. Los testimonios más importantes
y numerosos de nuestro pasado indiano se los ha dado a
la arqueología venezolana Barquisimeto, en los constantes
hallazgos de admirables cerámicas, de piezas de guerra,
de utensilios, de objetos rituales y de tumbas indígenas
—a veces cementerios enteros— en que el subsuelo de la
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