Page 199 - Sencillamente Aquiles
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              parajes a veces tan lejanos de su lugar de origen que ningún
              mono pudo jamás trasladarse a ellos sin perecer en el ca-
              mino. Porque la liberación de sus manos lo facultó para
              armarse, para defenderse, diversificar sus medios de sus-
              tento, para abrirse camino, es por lo que el hombre alcanzó
              a dispersarse por todo el globo terráqueo, mientras sus con-
              temporáneos los monos continúan confinados a aquellos
              lugares donde buenamente quiso acogerlos la naturaleza.
                  Liberado de la necesidad de vivir en los árboles, el
              hombre se instaló debajo de ellos, y a continuación aprendió
              a utilizarlos no ya como albergues en sí, sino en calidad de
              materiales de construcción. Atando una con otra las copas
              de dos árboles que reunieran las condiciones de altura, la
              flexibilidad y mutua cercanía necesarias para esta opera-
              ción, lograba una especie de horquilla alrededor de la cual
              levantaba una empalizada circular cuyos extremos libres se
              reunían arriba en apretado haz, para lograr en el conjunto
              la forma del cono. Las copas de los árboles quedaban por
              fuera a partir de su punto de convergencia, con lo que la ca-
              sita quedaba sombreada por el paraguas natural que le pro-
              porcionaba el ramaje. Los palos que componían las paredes
              de aquella vivienda agavillada solían echar raíces, y pronto se
              vestían con los colores de la naturaleza, produciendo segura-
              mente en sus habitantes más sensibles, la poética sensación
              de que vivían dentro de un ramo de flores.
                  La armazón del conjunto se revestía al principio con
              pieles entrecosidas, pero como estas eran también necesa-
              rias para confeccionar el vestido y para hacer la cama, ya
              en los albores de la época neolítica se las sustituye por un es-
              peso revestimiento de barro. Así artificialmente combinadas
              la tierra y la madera para dar alojamiento al hombre, quedaba
              inventada la primera de todas las artes, que es la arquitectura.

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