Page 195 - Sencillamente Aquiles
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EL HOMBRE Y SU VIVIENDA








              Antes de instalarse en la superficie de la tierra el hombre
              era un habitante de los árboles, como sus cercanos parientes
              los monos y como los pájaros. De los monos conservaba to-
              davía el aspecto físico, el cuerpo cubierto de vellos y los
              hábitos alimentarios, así como la aptitud para el desplaza-
              miento acrobático propia del cuadrumano. De los pájaros
              contrajo la vocación del vuelo, la que realizará cientos de
              miles de años después, con el invento de la aviación.
                  Como la civilización no sigue un desarrollo igual en
              todas partes, sino que muchas comunidades humanas si-
              guieron viviendo en estado semianimal cuando ya otras
              alcanzaban conquistas tan ingentes de la inteligencia como
              el automovilismo, la televisión o los cohetes interplaneta-
              rios, todavía en nuestros días existen regiones selváticas
              de África o de la parte sur de América donde los hombres
              siguen viviendo en las copas de los árboles. Claro que ya
              las especies de árboles no son las mismas que conocieron
              nuestros remotísimos precursores los primates, ni sus ac-
              tuales habitantes conservan muchos rasgos comunes con
              tan peludos antepasados. La naturaleza desde entonces
              sufrió cambios, sobre todo cambios de clima, que deter-
              minaron la desaparición de unas especies vegetales y la
              aparición de otras. Estos cambios, que los especialistas
              han llamado mutaciones de la naturaleza, se traducían
              para los seres animados —y entre ellos para el hombre—

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