Page 19 - Sábado que nunca llega
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sábado que nunca llega
RAMÓN TALLER,
ATENDIDO POR SU PROPIO DUEÑO
que era mentira porque lo único que atendía el tal Ramón
era la caja de los reales, mientras a él le tocaba todo el
trabajo, desde la instalación de un silvín hasta sacar un
cigüeñal y todos los días era un solo trajín de Santiago
para allá, Santiago para acá, rodeado de tuercas y llaves
por todas partes como una isla siderúrgica. Que un carro
se recalienta: sí, debe ser el tiempo o el radiador, sabe, un
carro recalentado es como una persona con fiebre, hay que
darle reposo, que se enfríe y esos dueños que quieren a
esos carros como si los hubieran parido. Que un carro con
la batería descargada: el corazón parado, nada funciona,
allí Santiago siempre Santiago se vuelve un Christian
Barnard, transplante con él. Que un carro sin luz: hay que
ver qué nervio óptico se le soltó. Que un carro con la caja de
velocidades trancada: como si tuviera artritis o reumatismo,
como si los huesos se le engarruñaran y anduviera forzado
o no anduviese nada, eso pasa por descuidar el aceite de la
caja, igualito que si el reumático olvidara las fricciones o el
resfriado el Vick VapoRub. Que un carro pasando aceite:
uyyyy carajo, eso es —a mí una vez me dio— diarrea, hay
que hacerle un lavado, hay que purgarlo, hay que ajustarle
los anillos intestinales.
Que, que. . . que Beatriz llega al RAMÓN TALLER,
ATENDIDO. . . con el más pequeño enfermo, que corre
para allá, que corre para acá, que Ramón no está en el taller,
que cómo consigo un préstamo, que quién me atiende al
muchacho, que qué joder y joder esta vida mecánica de
mecánico: Santiago tuerca tornillo clavo. Esta vida como
clavada en una llave de cruz: Santiago supertornillo.
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