Page 389 - Lectura Común
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Luis Alberto Crespo
               añeja vaquería, prueba de sabiduría y arrojo, como es el de barrear
               a un toro matrero:
                  —Aquí es donde está mi Dios sentado, Juancho, venga para
               decirle cómo es que se barrean los toros. Coja la gaza del barrea-
               dor, métalo por aquí, por debajo de las muñecas, métale una gaza
               larga, apriete duro, métale la pata suya para que le quede bien
               apretado; ahora, cagaleré el seno, de modo que le quede la cadena
               cerquita, o mejor dicho, la cadena debe quedar cortica. Ya está
               bueno. Saque un seno y una guía, métale el seno por debajo de las
               patas traseras, póngasele por detrás, avispadito y ligero, porque
               si el toro batalla le va a poner un par de patadas en el estómago y
               se va a revolcar más que una gata ruín, si no lo matare del par de
               patadas. Meta la guía por el seno, ayude con sus piernas a empujar
               las del toro para adelante, déle más, hasta que estén unidas las de
               atrás con las delanteras, ahora sí está bueno. Déle vueltas redon-
             [ 388 ] das a todas las cuatro patas, métale barra doble, ¡mire qué toro
               negro y barreado! Ahora llámese a Rafaelito, véngase por aquí,
               para que naricee el bicho, yo sé lo voy a naricear para que Ud. vea
               cómo es la operación. El cuchillo se coge de esta manera, el cuchi-
               llo se pone así, con el filo hacia atrás, que no le corte el naricero al
               toro porque después se le revienta la nariz y queda chingo, esta
               es una operación rapidísima, cosa que, cuando quiera moverse
               para allá, está pasado de parte a parte; entonces se le pone el pie
               en el ojo, se le mete el dedo grande del pie en el ojo, con fuerza, se
               recoge la punta de la soga, se le suelta la gaza, se endereza la punta
               y se le mete por la cortadura para que salga por el otro lado; a la
               punta de la soga se le llega a la cola del caballo, la mete por aquí,
               la saca luego, le echa esta gaza que no aprieta. Ahora coja el serru-
               cho, póngase por detrás, arrecostado del espinazo del toro, con
               las dos rodillas hincadas en el suelo y bien agachado, para que le
               corte el cacho de abajo sin necesidad de jagüereyarlo, cortando
               siempre con mucho cuidado porque, si el bicho cabecea, saque
               el serrucho ligero porque, de lo contrario, se lo quiebra; el cacho,
               o cuerno, como dicen Uds. los pueblerinos, de arriba, sí es fácil






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