Page 102 - La escena contemporánea y otros escritos
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La escena contemporánea y otros escritos


                  Presentemente se afirma entre los intelectuales esta corriente anti-
               fascista. Roberto Bracco es uno de los líderes de la oposición democrática.
               Benedetto Croce se declara también antifascista, a pesar de compartir
               con Giovanni Gentile la responsabilidad y los laureles de la filosofía idea-
               lista. D’Annunzio que se muestra huraño y malhumorado, ha anunciado
               que se retira de la vida pública y que vuelve a ser el mismo “solitario y
               orgulloso artista” de antes. Sem Benelli, en fin, con algunos disidentes
               del fascismo y del filofascismo, ha fundado la Liga Itálica con el objeto de
               provocar una revuelta moral contra los métodos de los “camisas negras’’.
                  Recientemente,  el  fascismo  ha  recibido  la  adhesión  de  Piran-
               dello. Pero Pirandello es un humorista. Por otra parte, Pirandello es un
               pequeño burgués, provinciano y anarcoide, con mucho ingenio literario y
               muy poca sensibilidad política. Su actitud no puede ser nunca el síntoma
               de una situación. Malgrado Pirandello, es evidente que los intelectuales
               italianos están disgustados del fascismo. El idilio entre la inteligencia y el
               aceite de ricino ha terminado.
                  ¿Cómo se ha generado esta ruptura? Conviene eliminar inmedia-
               tamente una hipótesis: la de que los intelectuales se alejan de Musso-
               lini porque éste no ha estimado ni aprovechado más su colaboración.
               El  fascismo  suele  engalanarse  de  retórica  imperialista  y  disimular  su
               carencia de principios bajo algunos lugares comunes literarios; pero más
               que a los artesanos de la palabra ama a los hombres de acción. Mussolini
               es un hombre demasiado agudo y socarrón para rodearse de literatos y
               profesores. Le sirve más un estado mayor de demagogos y guerrilleros,
               expertos en el ataque, el tumulto y la agitación. Entre la cachiporra y la
               retórica, elige sin dudar la cachiporra. Roberto Farinacci, uno de los líderes
               actuales del fascismo, el principal actor de su última asamblea nacional,
               no es sólo un descomunal enemigo de la libertad y la democracia sino
               también de la gramática. Pero estas cosas no son bastantes para desolar
               a los intelectuales. En verdad, ni los intelectuales esperaron nunca que
               Musolini convirtiese su gobierno en una academia bizantina, ni la prosa
               fascista fue antes más gramatical que ahora. Tampoco pasa que a los lite-
               ratos, filósofos y artistas, a la Artecracia como la llama Marinetti, les horro-
               ricen demasiado la truculencia y la brutalidad de la gesta de los “camisas
               negras”. Durante tres años las han sufrido sin queja y sin repulsa.


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