Page 98 - La escena contemporánea y otros escritos
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La escena contemporánea y otros escritos


               fascista estaba en marcha. Y, en vez de D’Annunzio y los socialistas,
               conquistaron la Ciudad Eterna Mussolini y los “camisas negras”.
                  D’Annunzio vive en buenas relaciones con el fascismo. La dictadura
               de las “camisas negras” flirtea con el Poeta. D’Annunzio, desde su retiro
               de Gardone, la mira sin rencor, y sin antipatía. Pero se mantiene esquivo y
               huraño a toda mancomunidad con ella. Mussolini ha auspiciado el pacto
               marinero redactado por el Poeta que es una especie de padrino de la
               gente del mar. Los trabajadores del mar se someten voluntariamente a su
               arbitraje y a su imperio. El poeta de “La nave” ejerce sobre ellos una auto-
               ridad patriarcal y teocrática. Vedado de legislar para la tierra, se contenta
               con legislar para el mar. El mar lo comprende mejor que la tierra.
                  Pero la historia tiene como escenario la tierra y no el mar. Y tiene
               como asunto central la política y, no la poesía. La política que reclama de
               sus actores contacto constante y metódico con la realidad, con la ciencia,
               con la economía, con todas aquellas cosas que la megalomanía de los
               poetas desconoce y desdeña. En una época normal y quieta de la historia
               D’Annunzio no habría sido un protagonista de la política. Porque en
               épocas normales y quietas la política es un negocio administrativo y
               burocrático. Pero en esta época de neo-romanticismo, en esta época de
               renacimiento del héroe, del mito y de la acción, la política cesa de ser
               oficio sistemático de la burocracia y de la ciencia. D’Annunzio, tiene,
               por eso, un sitio en la política contemporánea. Sólo que D’Annunzio,
               ondulante y arbitrario, no puede inmovilizarse dentro de una secta ni
               enrolarse en un bando. No es capaz de marchar con la reacción ni con
               la revolución. Menos aún es capaz de afiliarse a la ecléctica y sagaz zona
               intermedia de la democracia y de la reforma.
                  Y así, sin ser D’Annunzio consciente y específicamente reaccionario,
               la reacción es paradójica y enfáticamente d’annunziana. La reacción
               en Italia ha tomado del d’annunzianismo el gesto, la pose y el acento.
               En otros países la reacción es más sobria, más brutal, más desnuda. En
               Italia, país de la elocuencia y de la retórica, la reacción necesita erguirse
               sobre un plinto suntuosamente decorado por los frisos, los bajo relieves
               y las volutas de la literatura d’annunziana.





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