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D’annunzio y el fascismo
D’Annunzio no es fascista. Pero el fascismo es d’annunziano. El
fascismo usa consuetudinariamente una retórica, una técnica y una
postura d’annunziana. El grito fascista de “¡Eia, eia, alalá!” es un grito de
la epopeya de D’Annunzio. Los orígenes espirituales del fascismo, están
en la literatura de D’Annunzio y en la vida de D’Annunzio. D’Annunzio
puede, pues, renegar del fascismo. Pero el fascismo no puede renegar de
D’Annunzio. D’Annunzio es uno de los creadores, uno de los artífices del
estado de ánimo en el cual se ha incubado y se ha plasmado el fascismo.
Más aún. Todos los últimos capítulos de la historia italiana están
saturados de d’annunzianismo. Adriano Tilgher en un sustancioso
ensayo sobre la Tersa Italia 103 define el periodo pre-bélico de 1905 a 1915
como “el reino incontestado de la mentalidad d’annunziana, nutrida de
recuerdos de la Roma imperial y de las comunas italianas de la Edad
Media, formada de naturalismo pseudopagano, de aversión al senti-
mentalismo cristiano y humanitario, de culto de la violencia heroica, de
desprecio por el vulgo profano curvado sobre el trabajo servil, de dile-
tantismo kilometrofágico con un vago delirio de grandes palabras y de
gestos imponentes”. Durante ese periodo, constata Tilgher, la pequeña
y la media burguesía italiana se alimentaron de la retórica de una
103 La Tersa Italia o Tercera Italia. Después de la imperial o romana y de la del
Renacimiento. Véase el artículo “Las tres Romas” del capítulo “Interpretación de
Roma” contenido en el tomo III de la presente edición (N. de los E.).
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