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Mariátegui: política revolucionaria. Contribución a la crítica socialista


              prensa redactada por literatos fracasados, totalmente impregnados de
              d’annunzionismo y de nostalgias imperiales.
                 Y  en  la  guerra  contra  Austria,  gesta  d’annunziana,  se  generó  el
              fascismo, gesta d’annunziana también. Todos los líderes y capitanes del
              fascismo provienen de la facción que arrolló al gobierno neutralista de
              Giolitti y condujo a Italia a la guerra. Las brigadas del fascismo se llamaron
              inicialmente  haces  de  combatientes.  El  fascismo  fue  una  emanación
              de la guerra. La aventura de Fiume y la organización de los fasci fueron
              dos fenómenos gemelos, dos fenómenos sincrónicos y sinfrónicos. Los
              fascistas de Mussolini y los arditi 104  de D’Annunzio fraternizaban. Unos y
              otros acometían sus empresas al grito de “¡Eia, aia, alalá!” El fascismo y el
              fiumanismo se amamantaban en la ubre de la misma loba como Rómulo
              y Remo. Pero, nuevos Rómulo y Remo también, el destino quería que uno
              matase al otro. El fiumanismo sucumbió en Fiume ahogado en su retórica
              y en su poesía. Y el fascismo se desarrolló, libre de la concurrencia de todo
              movimiento similar, a expensas de esa inmolación y de esa sangre.
                 El fiumanismo se resistía a descender del mundo astral y olímpico
              de su utopía, al mundo contingente, precario y prosaico de la realidad. Se
              sentía por encima de la lucha de clases, por encima del conflicto entre la
              idea individualista y la idea socialista, por encima de la economía y de sus
              problemas. Aislado de la tierra, perdido en el éter, el Humanismo estaba
              condenado a la evaporación y a la muerte. El fascismo, en cambio, tomó
              posición en la lucha de clases. Y, explotando la ojeriza de la clase media
              contra el proletariado, la encuadró en sus filas y la llevó a la batalla contra
              la revolución y contra el socialismo. Todos los elementos reaccionarios,
              todos los elementos conservadores, más ansiosos de un capitán resuelto a
              combatir contra la revolución que de un político inclinado a pactar con ella,
              se enrolaron y concentraron en los rangos del fascismo. Exteriormente, el
              fascismo conservó sus aires d’annunzianos; pero interiormente su nuevo
              contenido social, su nueva estructura social, desalojaron y sofocaron la
              gaseosa ideología d’annunziana. El fascismo ha crecido y ha vencido no
              como movimiento d’annunziano sino como movimiento reaccionario; no
              como interés superior a la lucha de clases sino como interés de una de

              104   Así se llamaban los secuaces de D’Annunzio.


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