Page 96 - La escena contemporánea y otros escritos
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La escena contemporánea y otros escritos
las clases beligerantes. El fiumanismo era un fenómeno literario más que
un fenómeno político. El fascismo en cambio, es un fenómeno eminente-
mente político. El condotiori del fascismo tenía que ser, por consiguiente,
un político, un caudillo tumultuario, plebiscitario, demagógico. Y el
fascismo encontró por esto su duce, su animador en Benito Mussolini, y no
en Gabriel D’Annunzio. El fascismo necesitaba un líder listo a usar, contra
el proletariado socialista, el revólver, el bastón y el aceite castor. Y la poesía
y el aceite castor son dos cosas inconciliables y disímiles.
La personalidad de D’Annunzio es una personalidad arbitraria y
versátil que no cabe dentro de un partido. D’Annunzio es un hombre
sin filiación y sin disciplina ideológicas. Aspira a ser un gran actor de la
historia. No le preocupa el rol sino su grandeza, su relieve, su estética.
Sin embargo, D’Annunzio ha mostrado malgrado su elitismo y su aristo-
cratismo, una frecuente e instintiva tendencia a la izquierda y a la revo-
lución. En D’Annunzio no hay una teoría, una doctrina, un concepto. En
D’Annunzio hay sobre todo, un ritmo, una música, una forma. Mas este
ritmo, esta música, esta forma, han tenido, a veces, en algunos sonoros
episodios de la historia del gran poeta, un matiz y un sentido revolucio-
narios. Es que D’Annunzio ama el pasado; pero ama más el presente. El
pasado lo provee y lo abastece de elementos decorativos, de esmaltes
arcaicos, de colores raros y de jeroglíficos misteriosos. Pero el presente
es la vida. Y la vida es la fuente de la fantasía y del arte. Y, mientras la
reacción es el instinto de conservación, el estertor agónico del pasado, la
revolución es la gestación dolorosa, el parto sangriento del presente.
Cuando, en 1900, D’Annunzio ingresó en la Cámara italiana, su
carencia de filiación, su falta de ideología, lo llevaron a un escaño
conservador. Mas un día de polémica emocionante entre la mayoría
burguesa y dinástica y la extrema izquierda socialista y revolucionaria.
D’Annunzio, ausente de la controversia teorética sensible sólo al latido
y a la emoción de la vida, se sintió atraído magnéticamente al campo
de gravitación de la minoría. Y habló así a la extrema izquierda: “En el
espectáculo de hoy he visto de una parte muchos muertos que gritan,
de la otra pocos hombres vivos y elocuentes. Como hombre de intelecto,
marcho hacia la vida”. D’Annunzio no marchaba hacia el socialismo, no
marchaba hacia la revolución. Nada sabía ni quería saber de teorías ni de
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