Page 75 - La dimensión internacional del Gran Mariscal de Ayacucho
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          la forma en que actuó el esforzado pero implacable prócer, a quien ya todos
          apodaban “El Diablo”. Es del tenor siguiente:
               Me ha estremecido el acto violento que Vd. ha ejecutado hoy en
             San Cristóbal; pero me ha horrorizado más el que deponiendo todo
             sentimiento de humanidad, haya Vd. comenzado a escribir su carta
             con la misma sangre que injudicialmente se ha derramado, y que me
             haya remitido la cabeza de una de las víctimas. Crea Vd. que ni mi
             religión, ni mis principios, ni mi humanidad permiten excesos seme-
             jantes. Soy el más enemigo de nuestros opresores, pero no me revisto
             de la fiereza de un tigre para proceder contra los que quizá no tienen
             más delito que haber nacido del otro lado del océano. Vd. ha faltado
             al tratado que hemos concluido, por el cual hemos convenido que no
             se cometiera un exceso tan inhumano y tan injudicial.
               Yo y menos mi oficialidad no hacemos liga con jefes que sólo se
             divisan con la injusticia y la inhumanidad. El castigo de los reos y
             culpados se hace usando todos los trámites que la ley, la justicia, la
             razón y la misma religión cristiana prescriben, y no fusilando indis-
             tintamente a todo europeo sin autoridad y sin juicio.
               Le juro a Vd. por lo más sagrado que encierra el cielo y la tierra,
             que a la menor noticia que tenga de haberse cometido un exceso
             igual, marcho en retirada abandonando la suerte de Venezuela para
             informar a la Nueva Granada entera de las aflicciones y excesos,
             con que se aflige la humanidad y los pueblos que se trata de liber-
             tar. Hoy no abandono el territorio reconquistado porque no crea
             el enemigo que somos cobardes o que estamos atacados por otra
             parte; pero esté Vd. en la inteligencia de que ahora mismo parte al
             Congreso su carta original, con informe para que por ningún caso
             presten auxilios que sirvan de apoyo a la fiereza y a la crueldad.

               Devuelvo la cabeza que se me remitía. Complázcase Vd. en verla,
             y diríjala a quien tenga el placer de ver las víctimas que ha sacrifi-
             cado la desesperación. Mis tropas no se alimentan con semejantes
             espectáculos. Los deberes que les impone la religión y la patria son
             motivos bastantes para inspirarles todo el valor que es necesario
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