Page 70 - La dimensión internacional del Gran Mariscal de Ayacucho
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70  Rafael Ramón Castellanos



                   Todavía me estremezco —escribe un vecino— cuando considero
                 que al desgraciado don Rafael García mandó a quitarle aquel tirano
                 las palmas de los pies; lo que se ejecutó con la mayor crueldad, para
                 hacerlo así caminar dejando estampadas huellas de sangre desde el
                 monte hasta su casa, a donde a presencia de su mujer y diez hijos
                 que tenía le hizo sacar, vivo aún, los lomos y enseñárselos antes de
                 expirar para hacerle más doloroso su muerte. Este hecho parecería
                 increíble si no fuese testigo de él todo el pueblo de Taguay. Tanto
                 más lamentable ha sido este cruel asesinato, cuanto que don Rafael
                 García era un hombre de corazón humano y compasivo, el que
                 daba hospitalidad a cuantos pasan por aquel pueblo y que había
                 colmado de beneficios al mismo Rosete. 88

               Esta hecatombe recorrió todos los rincones de Venezuela, aunque no se
             puede eludir el acontecimiento en cuanto a que no solamente era del cam-
             po realista que se llegaba a tantos excesos. También los hubo en ejercicio pa-
             ralelo en el ámbito republicano. Algunas veces por venganza, pero en otras
             muchas porque esa fobia había enterrado cualquier actitud humanitaria.
             Qué terrífica y espeluznante catástrofe. Veamos otro caso sin parangón en
             los anales de la humanidad. Boves le escribe a Faustino Quero, Gobernador

             Militar de Caracas que:
                   Si a mi llegada a esa ciudad, que será dentro de veinte días, en-
                 cuentro algún patriota vivo, usted pagará con su cabeza. 89
               Blanco Fombona agrega en tal sentido un juicio imperecedero que equili-
             bra en la balanza de cuánto significó la guerra a muerte al comportamiento
             de los dos bandos sedientos de venganza y anhelantes de sangre para aplicar
             la Ley del Talión. Veámoslo:

                   Ha sido una regresión colectiva y casi absoluta a la barbarie. Sólo
                 se han mantenido las ideas de civilización y de responsabilidad, en-



             [ 88 ]_ Ídem, p. 133.

             [ 89 ]_ Ídem, p. 136.
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