Page 68 - La Campaña de Quito
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Felipe de la Barra                                               67


          de una u otra arma, de manera que estas son las mismas para todos;
          pero por aquellos tiempos —cuando el fuego no había cobrado toda
          vía su alto valor—, en que la caballería era a menudo el arma heroica
          de los grandes sucesos, exigir al jefe que formase en sus filas cuali-
          dades especiales de audacia, vivacidad de espíritu y un valor a toda
          prueba.
               Y es verdad que solo con jinetes dirigidos por comandantes que
          reunían tales condiciones, se pudo grabar en la misma guerra de la
          independencia, hechos tan esplendorosos como Queseras del Medio
          en que 150 hombres dóciles a la voz “¡vuelvan caras!”, del prodigioso
          Páez, dan frente a 1.500 jinetes realistas y los cargan y acuchillan. Rio-
          bamba, cuyo recuerdo está fresco; y para no citar más, Junín, trans-
          formado en victoria gracias a la carga del escuadrón peruano Húzares
          del Perú (llamado desde entonces “Húzares de Junín”) por retaguardia
          de los 1.300 jinetes de Canterac y en momentos que el general realista
          creía ya asegurado para sí el triunfo.
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