Page 63 - La Campaña de Quito
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62                                              La Campaña de Quito (1820-1822)



               El éxito de esta operación residía, como lo hicimos notar, en el
          secreto, energía y prontitud que se pusiera en la ejecución. De lo con-
          trario el realista, lejos de ser sorprendido, podría más bien sorpren-
          der a los patriotas; y para que dicho temor llegara a realizarse no se
          necesitaba ciertamente mucho: un espía, un desertor, la indiscreción
          de cualquier habitante de la región o, por sobre todo esto, las dificul-
          tades del camino por seguir, podían ser causas más que suficientes
          para hacer fracasar la maniobra y con ella al ejército todo.
               Sucre lo comprende así y de ahí que no deje de tomar cuanta
          medida de previsión sea posible, pensando ante todo en la constitu-
          ción de su vanguardia, a la que lanza lo suficientemente lejos dada la
          naturaleza del terreno en que opera.
               Por lo que respecta a las tropas encargadas de formar la van-
          guardia, bueno es hacer resaltar que este honor cupo —como tam-
          bién lo había sido antes—, íntegramente a la división peruana, lo que
          prueba la confianza que merecía al comando; pues era regla general
          e invariable escoger siempre para las misiones de vanguardia o de
          avanzadas a las mejores tropas del ejército. ¡Y para gloria de las ar-
          mas del Perú la elección no fue mala ni la confianza infundada!
               Tan pronto como el comandante en jefe tuvo, pues, conoci-
          miento de la nueva situación, apresuró la reunión de los batallones
          restantes de la vanguardia y del más adelantado del grueso, que fue
          el Yaguachi, marchando con este núcleo hacia el punto donde es-
          taba empeñado el N.º 2. Sobre el frente jaloneado por este batallón
          estableció su línea de combate, emplazando al N.º 4 a la derecha y
          al Yaguachi a la izquierda, mientras ordena al Magdalena marchar a
          “situarse por la espalda del enemigo”.
               A la forma imprevista en que se ha presentado la situación, que
          deja ya sin efecto el primitivo plan, responde el comando con actos
          que emanan de ella misma, pero que tienden todos al combate, como
          son los que se refieren a la constitución de un sólido frente defensivo
          capaz de contener el empuje creciente de fuerzas superiores, por lo
          menos durante el tiempo que es necesario para la reunión de los bata-
          llones restantes del grueso y la llegada de las municiones, y sin olvidar
          tampoco el mantener desde un principio tropas reservadas.
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