Page 59 - La Campaña de Quito
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58                                              La Campaña de Quito (1820-1822)



          enemigo. Esta tropa consigue desbordar ligeramente el flanco izquierdo
          de los patriotas y efectuar algunas descargas; pero el Albión, que en esos
          precisos momentos acababa de llegar, la contraataca con energía y recha-
          za en desorden.

          Tercera fase
               El Magdalena que no pudo alcanzar su objetivo, como se ha dicho,
          vino a situarse a retaguardia de la línea de combate, y hacia la izquierda,
          quedando asimismo como reserva.
               Como el Paya debía remunicionarse, para lo cual era preciso rele-
          varlo, el Magdalena fue designado con tal objeto. Este cuerpo toma su
          emplazamiento a la izquierda de la línea, rompe un fuego intenso y luego,
          valerosamente, se lanza a la bayoneta rompiendo la derecha del frente
          realista. Coincidía este acto con el repliegue desordenado del Aragón,
          de suerte que en las filas de este partido se producen el desorden y la
          confusión.
               Esta circunstancia es aprovechada por el resto de la línea patrio-
          ta que se lanza también a la bayoneta, cooperando así al contraataque
          iniciado por Córdova, jefe del Magdalena . Los realistas arrollados por
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          todas partes, perdidas sus formaciones y ya sin reservas de que disponer,
          comenzaron a replegarse, hasta que abandonaron el campo definitiva-
          mente. Dejaban tras sí 400 muertos y 190 heridos, mientras de los repu-
          blicanos quedaban 200 de los primeros y 140 de los segundos.

          Acción de la caballería
               La caballería realista había permanecido formada en el campo de
          Añaquito en tanto se desarrollaba el combate en el alto. Tan pronto como
          llegaron a la ciudad los primeros dispersos, Aymerich le impartió orden
          de proteger la retirada de la infantería hacia Pasto.





          6    El coronel Córdova fue el mismo que después, en Ayacucho, inmortalizó su nom-
               bre, arrastrando a sus tropas al asalto con esa célebre voz de mando: “Armas a
               discreción y paso de vencedores”.
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