Page 54 - La Campaña de Quito
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Felipe de la Barra                                               53


          intervalos variables entre los batallones y aun compañías. La segunda lí-
          nea, situada a 300 o 400 metros de la primera, por unidades en línea o en
          columna, con sus cabezas a la misma altura o escalonadas en el sentido
          de la profundidad. La reserva, muy pequeña generalmente, también a
          300 o 400 metros atrás de la anterior, fuera de la acción eficaz del cañón
          o fusil. Los cazadores, en el centro o en las alas.
               En este dispositivo la caballería tomaba emplazamiento en las alas
          o a retaguardia, o en ambas partes a la vez. La artillería adelante o en los
          intervalos de la línea, según se tratase del combate ofensivo o defensivo.
               Como la acción revestía muy rara vez los caracteres del combate de
          encuentro, o de la batalla “improvisada” como entonces se decía, cada par-
          tido tomaba invariablemente esta formación antes de empeñar la lucha.
               De un modo general el aspecto del combate era el siguiente: los ca-
          zadores reconocían el frente enemigo y establecían los primeros contac-
          tos. Avanzaba enseguida la primera línea hasta 150 o 200 metros de la
          contraria en que rompía el fuego, combinándolo, desde este instante, con
          el movimiento hasta llegar a la bayoneta. La segunda línea reforzaba o
          reemplazaba sucesivamente a la primera, pasando sobre la marcha de la
          columna a la línea.
               Propiamente no había pues maniobra, porque si bien la segunda lí-
          nea era susceptible de suministrar el ataque principal, ya sobre uno de los
          flancos o sobre determinado punto del frente, lo que dicho sea en verdad
          se contemplaba siempre en el plan, la alimentación o sostenimiento de
          la primera línea absorbía a la segunda línea junto con toda la atención
          del jefe, de suerte que a este no le era dable llevar a efecto su idea; y en
          cuanto a la reserva, por su débil efectivo, no resultaba capaz de responder
          con eficiencia a ese rol, primando más bien el concepto de emplearla para
          proteger la retirada en caso de desastre.
               El papel de la maniobra correspondía en realidad a la caballería, la
          cual, en el combate ofensivo, atacaba los flancos o por retaguardia del
          frente enemigo; de aquí, pues, el dispositivo de batalla con esta arma em-
          plazada en los flancos, particularmente cuando estos no se apoyaban en
          obstáculos naturales, o a retaguardia y hacia el centro, lo que preveía las
          necesidades del ataque o defensa.
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