Page 56 - La Campaña de Quito
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Felipe de la Barra                                               55


          sin llegar —como Napoleón en Austerlitz— a empeñarlas en su totali-
          dad porque el enemigo se ha declarado ya en derrota.
               La caballería que hasta entonces había sido un instrumento te-
          rrible en manos del jefe realista Boves y del republicano Páez, pero
          manejado rudimentariamente sin atenerse a más principio táctico que
          el valor de los jinetes para el choque brusco, adquiere por la época que
          estudiamos, en el campo republicano sobre todo, una organización
          más regular y con formaciones precisas para la maniobra, la que había
          sido difundida por los oficiales franceses o ingleses que de continuo
          se daban de alta en las filas patriotas. Sin embargo, se había dejado de
          lado el papel de la exploración, que en buena cuenta era reemplazado
          por un servicio de información a cargo de espías, por lo que su eficacia
          quedaba limitada al combate, como hemos visto. Tocó recién al gene-
          ral Miller poner de manifiesto esta característica de la caballería en las
          campañas de 1824.

          Descripción del terreno

               La ciudad de Quito se halla situada al pie de las faldas orientales de
          la cadena del Pichincha, sobre un plano quebrado e irregular. Al este pre-
          senta las lomas de Puengasi y Lumbisi que separan la meseta de Quito del
          valle de Chillo, y al Sur, cubriendo la ciudad en esta dirección, el cerro del
          Panecillo que es un desprendimiento del Pichincha. Al norte de la misma
          la meseta, toma el nombre de Añaquito que va a terminar en llanura.
               La senda por la que iba a seguir el ejército patriota, arranca de la
          quebrada de Chillogallo ascendiendo después por alturas más o menos
          elevadas del Rucu-Pichincha que, a manera de estribos o contrafuertes,
          se desprenden de la masa principal, en un laberinto de cortaduras que
          hacen el terreno sumamente difícil. Esta senda remata en una loma alta
          que forma planicie, desde donde se divisan la ciudad, el campo de Aña-
          quito y el valle de Chillogallo.
               Del lado de Quito se llega a la misma por una vereda también difícil,
          pero de menor pendiente que en el lado opuesto. En esa parte del Pichin-
          cha, a una altura media de 3.800 metros, es donde tiene lugar la batalla
          que iba a sellar la independencia de la hoy república del Ecuador.
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