Page 72 - La Campaña de Quito
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Felipe de la Barra 71
Por eso, cuando Sucre solicita al Perú auxilios para la campaña de
Quito, acuden en tropel los nativos del país y pelean junto con los que
procedían de las tierras ya liberadas por Bolívar y San Martín. Los que
lucharon en Pichincha fueron así los primeros que se organizaron bajo la
bandera de la naciente República. Si antes los hombres de su misma raza
pasearon victoriosas las armas del poder a que estaban sometidos; cuan-
do se les llama a pelear por la libertad, ponen en transparencia sus viejas
cualidades guerreras, abrillantadas ahora por el deseo de emancipar el
suelo de sus mayores, por las ansias de constituir un pueblo libre. Su fe,
su moral inquebrantable, su valor son tales, que bien se podía decir de
ellos lo que Bolívar de sus soldados, cuando trasmontaba los Andes para
libertar Nueva Granada o atravesaba ríos caudalosos y cruzaba llanuras
fangosas y desiertas para librar Carabobo: “Cuando se cuenten los prodi-
gios del valor de nuestros soldados y su aliento en todas las adversidades,
la historia antigua, llena de héroes y de pinturas exageradas, perderá gran
parte de su importancia porque se verá excedida en verdad”.
Es así como Bolívar, apreciando en toda su magnitud el rol que cupo
desempeñar en Pichincha a los soldados del Perú, hizo público reconoci-
miento de sus méritos y servicios, y justamente los colmó de honores, ex-
pidiendo un decreto en el que se encuentran pasajes como los siguientes:
“La División del Perú a las órdenes del coronel Santa Cruz, es be-
nemérita de Colombia en grado eminente. Los jefes, oficiales y tropa,
llevarán una medalla con la siguiente inscripción: Libertador de Quito en
Pichincha; por el reverso: Gratitud de Colombia a la División del Perú. El
gobierno de Colombia se reconoce deudor a la División del Perú de una
gran parte de la victoria de Pichincha” .
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7 El siguiente es el texto de la Capitulación de Quito, firmada el 25 de mayo de 1822
y ratificada el 26 del mismo:
“En la ciudad de Quito, a 25 de mayo de 1822, convencidos de que las circuns-
tancias de la guerra obligan a tomar un medio de conciliación que ponga a salvo
los intereses del Ejército Español con la ocupación de esta ciudad y provincia por
la divisiones del Perú y Colombia, a las órdenes del señor general Sucre después
de la victoria conseguida por este en las alturas de Pichincha en la que los dos
Ejércitos se batieron con el ardor que les es característico; en atención a que la falta
de comunicación con la Península, la opinión general del país y los pocos recursos