Page 44 - La Campaña de Quito
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Felipe de la Barra 43
tropas; de donde aparece —conforme veremos al tratar esta cuestión
en su oportunidad— que la infantería no era capaz de producir gran-
des esfuerzos y que la caballería, al contrario, estaba llamada a jugar
un papel preponderante en la batalla misma, por lo cual precisaba
moverla en un terreno aparente.
Convencido, por fin, Sucre de que la batalla no se produciría en
las condiciones por él deseadas, puesto que el enemigo no sacaba un
pie de sus posiciones, resuelve trasladarse al campo de Añaquito, que
queda al norte de la ciudad y por consiguiente a retaguardia de los
realistas, para obligarlos de esta suerte a salir de sus posiciones y com-
batir en el terreno que él quiere.
Piensa Sucre, y así es en realidad, que alcanzando Añaquito el com-
bate vendría a ser inevitable, porque los realistas al darse cuenta de que
los patriotas se encontraban a sus espaldas e interrumpiendo el camino a
Pasto que constituía su única línea de retirada y por el que esperaban la
llegada de refuerzos, no les quedaría más recurso que abandonar sus po-
siciones y arrojarse sobre Añaquito; salvo que optaran por capitular o por
dirigirse al sur de Quito, extremos estos a que por cierto llegarían difícil-
mente, ya que no era dable esperar que se entregasen cuando disponían
de todas sus fuerzas o que evacuasen la capital para volver a un territorio
que podían ya considerar enemigo y que, sobre todo, los alejaba más de
las tropas de Pasto.
La maniobra que concibe Sucre es sin duda acertada, pero al mis-
mo tiempo, bastante audaz y como tal su éxito reside en la energía,
prontitud y secreto que se pongan en los medios de ejecución, debien-
do revestir, en una palabra, todos los caracteres de la sorpresa; de lo
contrario el ejército realista que por su situación dispone de la red de
caminos y tiene a su favor las distancias, puede detenerlo sobre el mis-
mo Pichincha con débiles fuerzas al tiempo que obstruir su retirada,
tanto más cuanto que en esta ocasión Sucre, no ha pensado en tomar
ninguna disposición para asegurarla. Y a este respecto bueno es recor-
dar que la primera vez todas las probabilidades de éxito se inclinaban
a favor de Sucre, pues no había peligro mayormente sentido que el que
se podía derivar de que el ejército realista, al ser prevenido a tiempo,
corriese a Chillo e impidiera la desembocadura de los patriotas; mas