Page 41 - Influencia de las mujeres en la formación del alma americana
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40 40  INFLUENCIA DE LAS MUJERES EN LA FORMACIÓN DEL ALMA AMERICANA

          común a todo el mundo de denigrar de las cosas autorizadas y
          respetables; pero creo que mientras la verdad de los historiadores es
          relativa, la verdad de la tradición o historia de los no historiadores
          es absoluta, porque se acerca más a la realidad y se acerca con más
          gracia. Además la tradición se va. Hay que quererla doblemente por
          su utilidad ideal y porque está condenada a muerte. La imprenta
          la ha ido devorando. La memoria no se esfuerza en retener lo que
          ya está escrito y si lo retiene es imitando la forma impresa. Nadie
          podría ya narrar un hecho como Bernal Díaz o como los autores
          anónimos de las saetas que escribían no como se escribe, sino como
          se habla. Esta aserción pude comprobarla hace algún tiempo en mi
          propio país que es en donde cada cual puede comprobar mejor cual-
          quier género de evolución.
             Una vez, en Caracas, un grupo de amigos quisimos oír canciones
          típicas e hicimos venir a unos negros cantadores que gozaban de
          cierta fama. Eran llaneros. Complacientes y rebosantes de orgullo
          regional ofrecieron cantar lo más típico del repertorio en cuanto
          a música y letra. Nos cantaron en efecto, con música de galerones,
          joropos y corridos, escenas de las guerras de los llanos en la Inde-
          pendencia. Pues bien, no había casi una palabra que no la hubiesen
          recogido en la prensa. Dijeron: “Esforzado paladín”, “el padre de
          la Patria”, “los gloriosos centauros” y “el héroe epónimo”; era, en
          resumen, una sesión de la Academia de Historia acompañada de
          guitarra y maracas. Como el pueblo sabe ponerle gracia a todo
          cuanto hace, sobre todo cuando no se da cuenta, fue aquella una
          sesión académica sumamente divertida.
             Habiendo observado, señores, que es de oradores distinguidos
          el nunca predicar con el ejemplo, hechas estas disquisiciones contra
          la historia no quiero ser menos que los demás; volvamos a la historia,
          ya, por poco tiempo, no se asusten.
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