Page 42 - Influencia de las mujeres en la formación del alma americana
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Teresa de la Parra 41 41
Las princesas indias de acuerdo con sus leyes o costumbres se
unían a menudo a los conquistadores españoles. Estas uniones,
especies de matrimonios morganáticos que los españoles no
siempre confirmaban con el sacramento católico podían romperse
a voluntad de ellos el día en que así lo tuviesen a bien. Sumisión y
fidelidad unilateral, eterna ley del más fuerte, presagiaba ya, aunque
en forma muy ruda, cierta crónica enfermedad de la cual adolece
aún en todas partes nuestra gentil sociedad. Aunque a menudo los
conquistadores confirmaron sus uniones ante la Iglesia, fundando
ilustres familias mestizas, tanto en España como en la Colonia,
lo hemos visto en la historia de doña Marina, otras veces fueron a
buscar el hogar definitivo junto a mujeres europeas más jóvenes o
de más ventajosas condiciones. Este fue el caso del conquistador
Garcilaso de la Vega y de la dulce ñusta Isabel, quien nieta y sobrina
de los últimos reyes peruanos, terminó sus días en el abandono.
Garcilaso de la Vega, como casi todos los grandes capitanes de
la Conquista era extremeño. Emparentado con las más ilustres casas
de España contaba entre sus ascendientes al poeta Jorge Manrique,
el de las coplas, a Garcilaso, el poeta de las églogas, y al otro Garci-
laso, el de las hazañas de Granada. Mientras dos de sus hermanos
mayores tomaban parte en las campañas de Italia y de Flandes al
lado de Carlos V, él, deseoso de tener más amplitud de acción, se
embarcó hacia América. Afiliado primero a la expedición fabulosa
de Alvarado, unido luego a Pizarro en la conquista del Perú, su vida
es la vida asombrosa de los grandes conquistadores. Terminada la
guerra contra los indios, propietarios de extensas tierras, semirrey y
semidiós en el nuevo país de tesoros y maravillas, Garcilaso realiza,
con su propia vida, el sueño de los más ambiciosos condotieros
del Renacimiento. Espléndido señor instalado en su palacio del
Cuzco, la antigua capital del Imperio Inca, recibía diariamente en
mesa abierta a más de 50 comensales, vestía, alojaba y proveía de