Page 40 - Influencia de las mujeres en la formación del alma americana
P. 40
Teresa de la Parra 39 39
recuerdos dolorosos, que de pronto le atraviesan por la mente, le
hacen dar traspiés y cae una vez y otra y otra hasta contar seis veces.
Cuando piensa en la negación de San Pedro las lágrimas se mezclan
con la sangre. A tal punto le oscurecen la vista que le hacen dar la
más aparatosa de todas las caídas. Es la caída en honor de San Pedro.
Cuando por fin al voltear una esquina se encuentra de improviso
con la Virgen María, la impresión es tan intensa que no puede
expresarse con palabras. Hay un gran silencio. Los únicos testigos
dignos de apreciarla no son los hombres, sino la finura del aire y el
vuelo de las aves que van cruzando el cielo:
Destrenzada y sollozante
está la Virgen María
tan llorosa, que sus ojos
son dos fuentes de agua viva.
la madre dijo: ¡Hijo mío!
Jesús dijo: ¡Madre mía!
y nada más se dijeron
porque ni hablarse podían.
Para verlos, en el cielo
parose una golondrina,
calláronse las palomas
y se detuvo la brisa,
y fue entonces cuando Cristo
dio la séptima caída.
Yo no creo que sea posible escribir mejor una escena histórica.
Digo “mejor” porque como el fin moral de la historia es el de hacer
amar personas o cosas determinadas, fundiendo así el presente con el
calor del pasado, mientras más amables o dignas de amor aparezcan
esas cosas, mejor será la historia. No lo afirmo por el prurito, tan